02 febrero 2012

503. Un año sin fumar

Hoy se cumple un año de la decisión. Siendo totalmente sincera tampoco puedo decir que sea todo un año sin fumar porque hubo cierta boda en la que me subí a la parra y se me olvidó mi compromiso. Afortunadamente, supe parar a tiempo y que fuera solo el lapsus de una noche sin importancia.

Lo mejor que he hecho durante todo este año ha sido guardar aparte todo aquello que me gastaba en tabaco, bueno aproximadamente, porque realmente sería más de los 3 euros diarios que meto en mi cerdito.

UN dinero que he ido invirtiendo en caprichos de todo tipo, también a veces en llegar a fin de mes sin mover mi plan de ahorro.

El caso es que quizás hoy toque recuento de cosas compradas a lo largo de todo este año:

Cámara de fotos: 150 euros
Playeras EasyTone: 100
Revelado de fotos: 45 euros
Disco duro multimedia: 150 euros
Semana Grande de Santander: 90 euros (asi estoy yo, de todos los pinchos que te puedes comer con 90 euros :D)
Perfumes: 100 euros
Alfombras: 60 euros
Regalos bebes: 50 euros
Cenitas varias: 50 euros
Cubertería: 40 euros
Almohada: 40 euros
Ropa rebajas de enero: 160 euros

¿No esta mal eh? Me estoy dando cuenta de que en los últimos tiempos no han sido tan capricho como al principio. Mal. Tengo que volver al caprichazo de más de 100 euros. Á día de ayer ya asciende la cuenta a 78 euros de nuevo y acabo de decidir que el viaje a Roma me lo voy a pagar con el dinero del tabaco. ¡Eso sí que es un capricho!

Hace unos días dije a mis compañeros que para celebrar mi primer año sin fumar iba a llevar un bizcocho a la redacción pero con esta decepción que se me ha instalado me parece a mí que no tengo nada que celebrar de momento.

Ayer tocó charla reflexiva con dos de mis jefes. Está muy bien que me digan todo lo que valgo pero eso no quita que las cosas se hagan mal, o eso no me quita esa sensación de decepción que tengo ahora, de falta de respeto, de percatarme de que no soy más que la pieza de un puzzle que se desarma a la voz de ya.

Mi jefe tenía razón en ciertas cosas pero la desorganización y la desinformación no es buena en un oficio como el nuestro, en el que lo que intentamos es precisamente lo contrario. Me vino bien la charla, el sermón más bien, asi también tengo otros puntos de vista y en una ínfima medida ellos saben qué es lo que yo pienso.

Aunque no lo comprenda puedo entender el despido, sí, puede parecerme hasta normal echando atrás la memoria pero lo que no está bien son las formas, esa dictadura del ordeno y mando.

Me agrada que me digan que soy pilar, baluarte importante, eso me da seguridad pero ¿hasta qué punto?

Soy muy sentida y no puedo evitar ese nudo en el estómago, es voz entrecortada y esas lágrimas a flor de piel cuando me hacen consciente de esa inferioridad de poder.

Odio que me tiemble la voz.

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