26 septiembre 2011

483. Vicios confesables... ¡vuelven los sims!

¡¡El que tiene un vicio si no se mea en la puerta se mea en el quicio!!

No, no he vuelto a fumar. Dios mediante, jejeje, el próximo 2 de octubre hará la friolera de ocho meses sin comprar tabaco y habiéndome fumado un solo cigarro en una boda y bajo el influjo de ciertos alcoholes etílicos. Bien no=? Me acerco a ese punto peligroso, siempre he vuelto a fumar entre los 8 y los 10 meses, pero ahora creo que lo tengo bastante superado, con mis más y mis menos pero luchando contra él igualaos a fuerza. ¡Ha sido buena idea la hucha de los caprichos!

No, hoy, bueno llevo ya algunos días, me he vuelto a enganchar a los Sims, a ese juego que me recuerda noches hasta altas horas de la madrugada en la casa de la mina intentando conseguir un ascenso laboral, un sofá más cómodo o hacerme amiga del chico más atractivo de la ciudad.

No fue esa época buena para mí, ni para mí ni para mi salud social, mental y anímica. Ahora, con la amplitud de miras que da la distancia, sé que esa época, ese momento en el que mi aspecto físico era más importante que las relaciones sociales, no brillará nunca en ningún diario. Sin embargo, era lo que había que hacer porque ya lo decimos mucho... esta sociedad te hace consumir, aunque tu no quieras.

Volviendo al tema, jugar a los Sims me desestresa, aunque debería buscarme un desestresante fuera del ordenador. De momento, la adicción no es preocupante pero estaré vigilante porque con 29 más dos años (perdón, quería decir 31, se me olvidó que ya me había hecho mayor) no es plan de engancharme a juegos de adolescentes.

Quien tiene un vicio, si no se mea en la puerta se mea en el quicio (V.G, la mia mamma dixit).

24 septiembre 2011

482. Menorca (y III)

. EEl jueves vamos directamente hacia Mahón. Es la fiesta de la Mare de Deu de Gracia (o algo así). Es una fiesta de caballos, directamente, la mayoría negros y muy adornados que se pasean por las calles. El principal mérito es que se ponen a dos patas y hay muchos que están en esa posición durante varios segundos. Hace un calor excesivo.

Después vamos hacia Binibeca (Binibequer), un poblado de pescadores muy pintoresco. Muyy bonito la verdad. En Ponta Prima comemos, a mí no sé muy bien por qué pero me encanta este sitio. Comemos en Can Santi (un pedazo restaurante, muy bien atendido y a buen precio. RECOMENDABLE). Nos quedamos allí en la playa que no es una cala pero tiene las aguas clarísimas y la arena blanca y fina. Sobre las 18.00 horas y después de pasar por San Lluis (sin más) tiramos hacia Cala Porter a la famosa Cova'n Xoroi. La cala del pueblo es bonita pero después de ver las otras pues ya no nos resulta tan espectacular. La cova'n xoroi no abre por la noche asi que decidimos quedarnos. El sitio es una pasada (12,5 euros la entrada por la tarde con consumición; si pides un cóctel dos euros más).

Es una cueva que da al mar, impresionante, con muchos entrantes y salientes. La puesta de sol con una caipomada en la mano no tiene precio.

El viernes nueva jornada de relax y compritas. ¿Qué es tipico de Menorca? Pues las avarcas, la sobrasada, el cuixot, los Pastisset, el Gin Xoriguer y, especialmente, el queso. Por la tarde, sesión de spa antes de emprender la vuelta con nuevos retrasos.

Otra recomendación. En el Puerto de Ciutadella el Bongos, una terraza chill out, que a primera vista parece que te van a pegar el palo pero con cócteles más baratos o a igual precio que en otras terrazas más normales. Tiene camas balinesas y todo decorado en color blanco. Precioso.

481. Menorca (II)

El martes, ya con nuestro Chevrolet Matiz (casi nuevo, en color azul clarito, lo alquilamos en Autos Ciutadella por 105 euros para 3 días) nos toca día de calas.

Cambiamos sobre la marcha el plan establecido porque sí, es mejor aprovechar la mañana tumbadas al sol (o eso pensábamos antes de darnos cuenta de las caminatas que hay que dar para acceder a las playas) que visitar los pueblos. El turismo más cultural mejor dejarlo para por la tarde que en Menorca atardece antes.

Vamos dirección Fornells, al Norte, a la zona de Binimel-la y Pregonda. Hay un rato por carreteras de arena y después una buena caminata que me recuerda, por la aridez del paisaje, al camino desde Las Negras a San Pedro (Almería). La verdad es que la caminata merece la pena. De hecho, incluso descartamos dos 'arenales' antes para llegar a la Cala Pregonda: arenas rojizas y rocas que enmarcan la playa. La verdad es que las fotografías son de postal. Estamos unas dos horas en la playa (toalla, chapuzón, toalla, chapuzón y todo con las gafas y el tubo que me regaló I., con las que veo los pececitos... los de la orilla, eso sí).

Comemos en Fornells, un pueblecito que te venden como el típico pueblo de pescadores donde comer la caldereta de langosta. La zona del Puerto está llena de restaurantes pero el pueblo en sí es bastante normal, tranquilo y caro, un rasgo que por lo visto es común en toda la isla.

Subo hasta la Torre de Fornells, desde la que se ve toda la parte Norte de la isla y una panorámica del pueblo.

Cogemos el coche y vamos hasta Playas de Fornells, unas urbanizaciones nuevas, destinadas a guiris principalmente pero preciosas construcciones de casas blancas, todas iguales con, además, la playa a los pies. Es uno de los sitios que más me gustan de la isla, tranquilo, sin grandes aglomeraciones pero con mucho encanto, aunque sea artificial..



De vuelta, subimos al pico más alto de la isla (387 metros)´. Ahí está el santuario de la Virgen de Toro, la patrona de la isla. Buenas vistas de la isla porque está en el centro de Menorca.

Luego vamos Es Mercadal, que nos decepciona un poco. Es un pueblo normal, sin más. Asi que en Ferrerias decidimos ni siquiera parar, dar una vuelta con el coche tras parar en el polígono industrial para visitar una fábrica de Avarcas (menorquinas).

Ya cerca de Ciutadella, nos dirigimos hacia Cala Blanca, que nos han dicho que hay una bonita puesta de sol. Sí, merece la pena. Son zonas llenas de apartamentos en plan turístico pero tranquilo con calitas pequeñas. Vemos también Santandria, donde también se ve movimiento aunque la playa es más feucha.




El miércoles más calas. Queremos visitar Casa Turqueta pero el aparcamiento siempre está lleno. Nos dicen que para aparcar hay que ir o a las 7 de la mañana o a las 7 de la tarde. Seguimos a Macarella. Hay aparcamiento gratuito y de pago (5 euros). Vamos al gratuito. El chico nos dice que hay 40 minutos andando pero ¡qué va! no llega ni a 20 si me apuran. El paseo hasta la playa es una pasada, rodeadas de pinos está la cala, con aguas muy claras pero con demasiada gente. Tenemos que ajustar nuestras toallas como si aquello fuera un tetris. Esta tiene bar-restaurante.



De ahí vamos andando a Macarelleta, más pequeña y coqueta, con un camino bastante complicado, quizás por eso hay menos niños y carritos. Se supone que es una playa nudista pero hay más gente con traje de baño que sin él. Bonitas vistas. La carretera de acceso, por cierto, es muy estrecha pero todo está muy bien comunicado. A la hora de comer vamos hacia Cala Galdana, el mítico sitio turístico. La cala también tiene su encanto pero nada que ver con las anteriores.

Vamos hacia Cala Mitjana pero debemos coger el camino más largo. Merece la pena, superchula, con piedras calizas desde las que se tira la gente al agua. El agua aquí está calentísima.

Después ponemos rumbo a Alaior, pasando por Es Migjorn Gran. Alaior, también en el centro, me parece uno de los pueblos más bonitos de los que hemos visto hasta ahora. Terminamos el día en Son Bou, el arenal más largo de Menorca, 4 kilómetros de arena pero una playa muy estrecha. Hay una mole de hotel y bastantes restaurantes y tiendas. Ideal para turismo familiar. (...)

22 septiembre 2011

480. Menorca (I)

Sé que mucha gente se escandalizará cuando lea esto pero yo, qué quieren que les diga, sí, Menorca no es para tanto. Pensaba yo que me iba a encontrar la panacea pero bien porque todo el que lo ha visitado hizo que mis expectativas se elevaran demasiado, bien porque en los últimos años me estoy haciendo una especialista en islas, lo cierto es que, quitando las calas, espectaculares, eso sí, Menorca, a mi juicio, tampoco es para tanto.
Malta, Tenerife o incluso Madeira no tienen nada que envidiarle. El viaje comenzó ya con una hora y media de retraso sobre el horario previsto para el vuelo Bilbao-Menorca. Somos las primeras a las que deja el autobus que nos recoge en el aeropuerto pero aún así, cuando llegamos al hotel en Ciutadella, el Port Ciutadella, ya es hora de cenar.
La lluvia nos recibe en Menorca y pronto nos damos cuenta de que la isla la vamos a ver en un suspiro.
El hotel está muy bien todo hay que decirlo, es un negocio de ciudad y quizás si echamos algo de menos son los jardines que en otras ocasiones rodeaban la piscina. La habitación si está genial. Un gran dormitorio con dos camas de 1'05, con escritorio y demás, y un gran vestidor a un lado. El salón tiene un buen sofá cama también y la terraza da a la calle que conduce al puerto. El baño tiene hasta bañera de hidromasaje (¡¡¡y funciona!!!). Y para el recuerdo la cestita muy cool con todos los productos de higiene (incluso crema corporal y mascarilla, esto es nuevo para mí).
Después de cenar, el bufet es una pasada, impresionante de bueno, decidimos, con la barriga llena, bajar al puerto. Son diez minutos andando desde el hotel por un paseo poco concurrido. El puerto está bastante animado, especialmente la zona de los restaurantes y el centro realmente está pegado al puerto, solo hay que subir una cuesta.




Subimos a una terraza para pedir unos cócteles. Me pido la bebida típica menorquina, la POMADA (gyn con limonada) pero granizada. Está un poco fuerte pero muy buena.
El domingo es día de relax en la piscina. Al mediodía subimos al casco antiguo de Ciutadella. Está bien, calles estrechas donde el color amarillo predomina sobre ventanas de madera en color verde. Los comercios, además, no rompen con la estética de la zona pero a pesar de ser domingo, las calles están desiertas. Comemos en una plaza donde hay varios restaurantes y, a pesar de ser casi las cuatro de la tarde, nos atienden sin problema.
Después de otro rato de piscina, por la tarde volvemos al centro. ¡Ya es otra cosa! Empieza a haber más movimiento de gente por las calles pero todo en plan tranquilo. Después de cenar volvemos a bajar al puerto, elegimos otra terraza por donde pasa todo el mundo para tomar un mojito. Es una calle donde las terrazas triunfan y donde, curiosamente, lo veremos en toda la isla, las sillas son idénticas.



El lunes, después de un gran desayuno, no hago más que pensar en toda la verdura y en todas las caminatas que me voy a tener que dar a la vuelta, vamos a alquilar el coche para tres días. Aunque teníamos pensado pasar otro día de relax en la piscina, el día amanece nublado y decidimos coger el bus (4,75 euros ida) para ir a Mahón (Maó) al otro lado de la isla (45 kilómetros).
Mahón no tiene nada que ver. Es una ciudad bastante normal, incluso lo reconoce la chica de la Oficina de Turismo. Damos una vuelta al tun tun, vemos el centro y las cuatro cosas que nos han dicho que hay que visitar. Tres horas nos bastan para ver la ciudad y saber que hay que volver el jueves (8de septiembre) para vivir la fiesta.
(...)