25 octubre 2012

521. Doméstica

Lo peor de no poder salir de casa es no asumirlo. Llevo casi una semana en la que he visto la calle un par de horas. Ayer, para ser más exactos. En realidad, no estoy enferma. Mi dolor no es insoportable y lo único que tengo son un par de puntos en la planta del pie que me impiden andar con naturalidad y que sí, al principio molestaban o dolían bastante.

Los tres primeros días han sido horribles, lo reconozco. Me he autocompadecido a mí misma de lo malo que era estar en casa sin poder hacer nada. Suele pasar. Si estoy trabajando no veo la hora de poder estar tranquila en casa, disfrutando del calor del hogar. Sin embargo, cuando puedo hacerlo, no veo la hora de estar en la calle y apurar el tiempo lo máximo posible.

En cualquier caso, como digo, fueron los tres primeros días. Luego mi chip cambió y entonces empecé a descubrir todas esas ventajas caseras. Disfrutar del sofá, leer para empezar a hacer más ligera mi lista de pendientes, ver alguna película, rastrear en internet, bucear en esas páginas que hace mil que no visito, tener tiempo para leer los periódicos, cocinar... sí, ha resultado un placer.

Eso sí, ayer que ya vi la calle, fue una salvación, aunque el viaje fuera corto, un paseo por el Leroy Merlín y unas cañejas en Liaño. Hoy repito, aunque sea de mi casa a la plaza y tenga que ir apoyando el pie izquierdo sobre su lateral.

22 octubre 2012

520. Volviendo atrás

Estos días estoy sin salir de casa. ¿La culpa? Un lunar que se había apoderado de la planta de mi pie izquierdo y se empeñaba en dominarlo todo. El viernes extirpación, unos puntos y G. encerrada en una torre (la del quinto sin ascensor). Los primeros días dolía y apenas me he levantado del sofá para lo más urgente. Rodeada de buena compañía no se ha hecho muy pesado pero claro, después de tres días, empiezo a estar un poco harta, por decirlo de forma fina y no convertir mi blog en una de las páginas más visitadas de la jornada.

Hoy he estado buscando los papeles de aquella dieta que hice hace unos años para irme concienciando de que no estaría mal estar con ella un par de semanas y rebuscando, rebuscando me he encontrado con antiguos diarios. No eran lo míticos de adolescencia sino de bastante más crecidita. Los recuerdos se me han agolpado de nuevo en mi cabeza, ha hecho remolino e incluso me han emocionado provocando que alguna lágrima se desparramara sin control con rumbo a ese viejo cuaderno.

Escribo muy bien yo cuando hablo de mis sentimientos, en esa intimidad del lápiz y el cuaderno y, como mucho, esa canción de fondo de Alejandro Sanz, de Hombres G, de Amaral, de Revólver o del grupo de turno que por aquella época sonara con fuerza.

Dicen que para atrás ni para coger impulso pero hay veces que volver la cabeza te hace comprender en por qué hoy eres lo que eres; es una buena forma de comprender todo lo que has dejado o has cogido en el camino y en la fugacidad de lo que entonces me parecían agujas dentro de un pajar enorme y que hoy, lejos de todo aquello, me ha provocado una leve sonrisa, un suspiro acompasado con una sinfonía de recuerdos.

21 octubre 2012

519 Croacia (V)


Viernes y sábado. Relax total en la piscina. Nos hacemos amigos de unos españoles, una pareja de Palencia, Iñaki  y Almudena.

Bajamos al pueblo donde hay más españoles, unas asturianas, Blanca y Gela, y también otra pareja de Barcelona. También paseamos por Cavtat, que más allá dela zona turística, es más grande de lo que parece y, como en Dubrovnik, aún hay huella de la metralla de la guerra.


Hacemos las compras en el supermercado, cerveza croatas, dulces, vino... El sol nos coge muchísimo en la piscina y en el hotel la comida se nos empieza a hacer demasiado repetitiva.

El sábado por la noche vamos a la ciudad, a Dubrovnik, nada que ver con el día, preciosa, las baldosas hasta relucen de noche y hay muy buen ambiente, aunque a la una la cosa empieza a decaer.



Vamos con las asturianos, dos amigas muy graciosas, contrapuestas en todo y que hablan por los codos.


El domingo es día de vuelta, aunque el avión no sale hasta por la tarde. En el supermercado compramos pan y el embutido típico para hacer unos bocadillos.


Sarah, la animadora, viene a despedirse de nosotros. Mi hermana incluso va a hacerse famosa a través de Youtube.


Nos hemos gastado poco dinero. En CavtaT los cócteles cuestan 40 Kunas, algo menos de seis euros pero en Grad, como se llama la ciudad amurallada de Dubrovnik, el precio asciende a sesenta kunas. Es una ciudad muy cara aunque, según nos cuentan, los sueldos son muy bajos.



Hay mucho ciprés y el queso feta esta buenísimo. La mayoría de la gente en el hotel tiene todo incluido, nosotros no, pero eso no impide que de agua estemos servidas. También guay que no tengamos que pagar por el agua en las cenas, en otros sitios esto supone un dineral considerable.



De vuelta a Madrid pasamos la noche en el Hostal Barajas, 65 euros la noche las tres y si me apuran esta mucho más moderno que el hotel de Croacia. No hay mucho ambiente en el pueblo pero el suficiente para ir a cenar. El lunes es día madrileño, K. con sus amigos mineros y mi hermana y yo en H&M, que si nos dejan nos lo llevamos entero para casa.


518. Croacia (IV)


El Jueves nos toca Montenegro. Cambiamo de país y volvemos a ser de la Unión Europea. Yo creo que más allá de Eurovisión, Montenegro no sabría (ahora ya si) situarlo en el mapa.

El viaje nos cuesta 260 Kn también (37 euros más o menos). El bus nos recoge a las 8.30 en la puerta del hotel. En la frontera sube un guardia y nos pide el pasaporte pero no lo sella. La primera parada es en una gasolinera con un supermercado donde las cosas están baratísimas. Tiene que haber algo raro porque no es normal., Ya podemos pagar en euros. Hacernos las primeras compras.

Montenegro es mucho más verde que la parte de Croacia en la que estamos. Hay tormenta y amenaza con descargar de un momento a otro.



Una impresionante bahía, dicen que es una de las más espectaculares del mundo perfila todo el país, que no debe ser muy grande. La carretera la rodea y podemos ir entretenidos viendo el paisaje, es precioso. Llegamos a KOTOR, primera de las paradas. Es un pueblo al que también llegan cruceros. También hay una ciudad amurallada, una fortaleza de tipo medieva salpicada de iglesias católicas y ortodoxas. Desde luego, el sitio merece la pena verlo, es muy muy bonito. El problema es que el tormentón descarga en ese momento y tenemos que refugiarnos en unos baños públicos.

Nos han dejado hora y media para verlo antes de poner rumbo a Budva, la ciudad turística por excelencia, destino habitual de rusos. Es cierto que hay muchísimos y además del idioma autóctono, las pizarras de los restaurantes están más en ruso que en inglés me atrevería a decir. Los souvenirs aquí son muy baratos, hacemos algunas compras y vamos a ver la ciudad amurallada que es bastante cara en comparación con lo que después encontramos fuera. Mucha boutique y tienda de firma. Hay mucho contrastre de precios de un sitio a otro.

Antes de esta parada, vamos a un mirador desde el que se ve lo que se supone que era un antiguo monasterio y ahora se ha convertido en un hotel de lujo, exclusivo para deportistas de élite y gente de dinero, de mucho mucho dinero. Creo que la noche en este sitio son unos 3.000 euros.

Comemos unas especies de wrap en un kiosco que encontramos a nuestro paso y unas patatas que se llaman torpedo o algo así muy curiosas, están cortadas en espiral. No tenemos mucho tiempo Ya de vuelta a Cavtat, en lugar de rodear la gran bahía como hemos hecho por la mañana, cogemos un ferry con el que se adelanta mucho tiempo para volver al hotel.

517. Croacia (III)

El martes es día de relax en el hotel. De la piscina a la playa (de piedras pero con el agua buenísima) y de la playa a la tumbona. A la hora de comer salimos a uno de los restaurantes que hay en los alrededores del Epidaurus. Una ensalada, una pizza grande y una botella de agua (93 KN, no llega a 15 euros). Luego vamos al pueblo a comprarnos un helado a un sitio al que ya le hemos echado el ojo (7Kn, o lo que es lo mismo, un euro). A la vuelta preguntamos precios para Korkula, la ciudad donde se supone que nació Marco Polo y que está en una isla un poco alejado de donde estamos. Pillamos la reserva para el día siguiente.

El miércoles a las 7.30 nos recoge el bus en la puerta del hotel. La primera parada es STON, un pequeño pueblo con una muralla, espigada en el monte, es como una pequeña muralla china. El pueblo tampoco tiene mucho que ver, calles estrechas, mucho callejón, una iglesia que están reconstruyendo, contraventanas en todas las casas...

Vuelta al bus y destino a OGIV, o algo así, donde nos espera un barco para ir a la isla de KORKULA (Córchula pronuncian ellos), la ciudad natal de Marco Polo.

El pueblo es precioso, una pequeña Dubrokniv con aires medievales. Una muralla rodea la antigua ciudad donde hay mares de turistas, también mucho español.

Recorremos el pueblo con la guía que nos habla en inglés y nos vamos hacia la parte nueva de la ciudad. Debe haber mucha fiesta por la noche a la vista de todos los garitos que hay,

Comemos en una terraza con vistas al mar. Ensalada de pulpo, pizza y cevapi que es una especie de carne, similar a la de las hamburguesas que acompañan con patatas fritas, pimientos, judías largas y una salsa colorada. Con agua y pagamos 215 Kn.


Después vuelta al barco y al bus donde la guía no explica en inglés y en alemán la historia de la guerra. Parada en una bodega, los vinos son bastantes caros. También hay licores y dicen que el de mandarina es el más popular de cuantos hacen en esta parte de Croacia.

516. Croacia (II)

El lunes decidimos ir a Dubrovnik. Pillamos el autobús que sale desde Cavtat cada media hora y cada billetes cuesta 20 Kunas por cabeza (unos tres euros pero solo ida).

Aunque solo hay 15 kilómetros de distancia, la carretera es tan estrecha y tan sinuosa que con paradas y todo tardamos alrededor de media hora en llegar. Como no sabemos croata y el inglés lo dominamos a medias :) no nos bajamos donde debemos y acabamos donde atracan los cruceros. No hay nada que ver pero la 'old town', la parte turística está muy alejada de ese punto. Cogemos un autobús (1A o 1B) hasta la ciudad antigua.



IMPRESIONANTE!!!! Todo fortificado y rodeado por una gran muralla que se tarde un buen rato en recorrer. Las construcciones me recuerdan a Malta pero en limpio. Aún se ven restos de los impactos de la guerra (la de los Balcanes) entre 1991 y 1992 y hay agujeros de metralla en varios edificios. Por muy absurdo que parezca se ha convertido en un añadido más, un atractivo turístico a sumar al ya de por sí espectacular conjunto. Hay tejados afectados, casas quemadas...



Todo está lleno de turistas en la vieja ciudad y nosotros nos perdemos entre las callejuelas pero buscando un ferry que nos lleve hasta la isla de Lokrum, un viaje que cuesta 20KN ida y vuelta. Se trata de una isla declarada patrimonio natural de la humanidad por la UNESCO y no me extraña. Todo es verde, con un par de construcciones (una especie de monasterio) y un jardín botánico. No se puede fumar ni acampar y vemos mucha gente que aprovecha la visita para darse un baño o tumbarse al sol. La verdad es que si no eres un experto en botánica, más allá de caminar, la isla tampoco tiene mucho que ver.


De vuelta a Dubrovnik, seguimos recorriendo la ciudad. Hay mucha lavanda y mucho coral, que deben ser típicas de esta zona. Paramos a comer en uno de los restaurantes, ya nos olemos que no va a ser nada barato. Pedimos una ensalada, un risotto y agua para las tres y la cuenta asciende a treinta euros.

Seguimos inspeccionando la ciudadela y vemos que hay un funicular que sube hasta un monte cercano y donde hay un museo o eso creemos entender. Las vistas desde ahí deben ser espectaculares pero nosotros decidimos no subir. Vuelta a Cavtat y paseo por el pueblo.


En lugar de coger las excursiones organizadas por el hotel (siempre son mucho más caras) nos recorremos el pueblo en busca de las distintas ofertas que hay y optamos por reservar una a Montenegro para el jueves por 260 Kn por cabeza. Es obligatorio el pasaporte (en Croacia se supone que también pero ni en un sitio ni en otro nos lo sellan). Nueva cena y nuevo buffet y me doy cuenta una vez más que no tengo medida, que los buffet tendrían que estar prohibidos por prescripción médica.

515. Croacia (I)

Según van pasando los años, se gana en experiencia, más si de lo que se habla es de viajes. Hace unos meses una amiga me comentaba sorprendida, sorprendidísima diría yo, que en los hoteles la bebida no está incluida ni en la media ni en la pensión completa. El comentario a mi, si me sorprendió por algo, fue precisamente porque, sin dármelas de listilla, es algo que yo ya tengo asumido desde hace bastante tiempo. De hecho, es donde te clavan, por una botella de agua te pueden cobrar tranquilamente cuatro y cinco euros.

El caso es que también hay excepciones, el hotel de Cavtat en Croacia, cerca de Dubrovnik es un claro ejemplo de ello pues a pesar de ser de tres estrellas, nuestros septiembres suelen ser de cuatro, el agua venía incluida en el precio (eran jarras de agua del grifo pero estaba incluido, el resto tenías que pagarlo).

Pero volvamos al principio. Hablaba del potencial de la experiencia viajera porque después de que hace un par de años, cuando fuimos a Malta, nos cobraran casi 200 euros por dejar el coche en el aparcamiento de la T2, o de la T4 de Barajas, no recuerdo, pues hemos ido preguntando a la gente más viajera para ver qué hacían ellos cuando sus vuelos salían desde la capital española. Así nos hablaron de un gran descampado en Barajas Pueblo, donde aparca el personal del aeropuerto y donde al parecer no suele pasar nada. Con el bendito GPS llegamos al pueblo sin pérdida y en lugar del escampado encontramos aparcamiento en una calle residencial. De ahí al metro, dos paradas a la T-4 (3 euros de suplemento más 1,5 del billete normal) y rumbo a ese destino dalmático que teníamos en miras desde hace ya varios años.

El avión sale con 25 minutos de retraso sobre el horario previsto. Es de la compañía Iberia y eso si en algo se nota frente a las low cost es en la comodidad de los asientos y en que no parece un rastro donde puedes comprar de todo.

Dos horas y media de vuelo y llegamos a nuestro destino. Por primera vez, nos está esperando un chófer con nuestros nombres en un papel, al más puro estilo americano. Gulliver nos lleva en su Audi al hotel de Cavtat (chaftat se pronuncia), a 15 kilómetros de Dubrovnik. El pueblín está a apenas diez minutos del aeropuerto. Es media tarde.

Iberostar Epidaurus es nuestro alojamiento. Un hotel de tres estrellas con muy buen aspecto exterior y con necesidad de un lavado de cara en el interior. La primera impresión es buena. Al ser una cadena española, hablan castellano en la recepción, chapurrean más bien, y lo primero que hacemos es cambiar euros por Kunas, la moneda local, aunque en la mayoría de los sitios se admiten euros. Es septiembre de 2012 y un euro equivale aproximadamente a siete kunas. A partir de ese momento, la tabla del siete se convierte en nuestra aliada, nuestra amiga más fiel, la he refrescado a las mil maravillas para hacer los cálculos de euros a kunas y viceversa.

Dejamos las maletas y nos vamos de expedición por Cavtat antes de cenar. Está formado por varios entrantes de mar, como si fueran pequeñas bahías y hay mucho pino y demasiado ciprés. Quizás es por el rollo de que en España los cipreses son árboles de cementerio pero lo cierto es que confieren su encanto al lugar. Me suena de películas que el Mediterráneo es mucho de ciprés más allá de las relaciones de ultratumba que yo tengo.


Cavtat está muy bien. Es un pueblo tranquilo pero con tiendas de souvenirs, bares y restaurantes suficientes para no echar de menos el bullicio. Se nota que estamos en el Adriático, no sé, recuerda mucho a lo que yo me imagino que tienen que ser las islas griegas. Una tranquilidad del disfrutar de lo que se tiene por encima de todas las cosas. No sé, es una paz mágica.

El paisaje del pueblo es espectacular, con las aguas cristalinas, los barcos salpicando el mar... El paseo de vuelta al hotel es a pie de costa, por una especie de sendero rodeado de pinos y cipreses. La cena también es buffet y tiene cocina en directo de carne y pescado. La primera impresión es buena, poco tiene que envidiar a los de cuatro estrellas, aunque a medida que pasan los días esta apreciación va desapareciendo porque lo que hacen es repetir y repetir los mismos platos. Aún así está muy bien, yo creo que es más el rollo de que nos hemos malacostumbrado a lo bueno.


Después de cenar volvemos al centro del pueblo. Nos tomamos unos cócteles en uno de los bares de una hilera de terrazas que hay con vistas a yates de esos que hacen las delicias y despiertan las envidias de mucho en Puerto Banús. ¡Poco tienen que envidiar al puerto marbellí! Los yates que hay en Cavtat atracados son impresionantes, de quitar el hipo. Los cócteles al cambio son cinco euros más o menos, está muy bien de precio.