31 mayo 2012

510. Kilos de mas

Hoy he decidido cambiar el diseño del blog. Ha sido un arrebato, forma parte de ese cambio que tambien quiero experimentar yo.

Me he dejado y los kilos han vuelto a mi en mayor medida que la esperada, que la deseada. Lo peor es que no he sido plenamente consciente hasta ayer. Me falta esa fuerza de voluntad que me acompañaba siempre en mis grandes batallas, en mis grandes lides.

Creo que ya no puedo seguir culpando al tabaco. Es hora de asumir realidades y mi lucha con la báscula debe ser todo lo impecable que pueda, sin dañar mi vida social. ¡He ahí el problema! Por lo pronto, la fritanga volverá a mi el sábado y mañana las cervezas. Debo moderarme, de momento entre semana en lo que tema cañas se refiere.

Ejercicio, poca cena y fruta entre horas. ¡Esa va a ser mi biblia en los próximos días!

30 mayo 2012

509. Londres (III)

El martes vuelve a llover. Londres ya no es tan gracioso. Es el día que tenemos pensado ir a ver el famoso cambio de guardia, que es a las 11.30 horas. Hay menos gente que el domingo. Damos una vuelta por los parques y jardines próximos y da la casualidad que vemos a la mismísima reina de Inglaterra saliendo en coche de palacio.

El cambio de guardia acaba siendo soporífero, un rollo interminable que no acabamos de ver, aunque sí es cierto que hemos pillado un buen sitio. Cogemos de nuevo las bicis y vamos hacia el museo de ciencia natural. El edificio es impresionante, ¡Me encanta! Pero lo de dentro supone otro batiburrillo de cosas. Decididamente, ¡soy de ver museos en una hora!

No deja de llover. Cogemos el metro hacia Covent Garden y de ahí vamos andando hasta el london Eye, a comer a uno de esos restaurantes que hay junto al río. Sigue lloviendo.

Luego vamos a la Tate Modern. Otro edificio impresionante. Puedes deambular por las diferentes plantas viendo la colección permanente pero para las temporales hay que pagar. Hay wifi y estamos allí mucho rato. Estos ingleses saben mucho. En cada planta practicamente hay una cafeteria y una tienda de regalos.

Fuera, The Globe, el teatro de Shakespeare te traslada a otro tiempo, a otro ambiente. Todo se mezcla en Londres y en esta parte de la ciudad se nota ese carácter cosmopolita.

Vamos en busca de metro pero  no encontramos ninguna boca y acabamos refugiándonos de la lluvia en otro de esos míticos pubs donde londinenses y residentes apuran las jornadas laborales. Hay cerveza japonesa y también la probamos. También una de fresa. El día no está para mucho. Sigue lloviendo y cada vez más.

Decidimos ir para nuestro barrio, a Clapham South y tomarnos en ese bar que siempre está lleno la última de las cervezas de la escapada londinense.

Ya se acaba lo bueno. Hago recuento y para mi merece la pena, siempre merece la pena viajar.

Pienso en cuando será el siguiente con A., pero hay cosas que es mejor no pensar.

23 mayo 2012

508. Londres (II)

El lunes amanece lloviendo. Cogemos los metros pertinentes con destino al puente de Londres y a su torre pero antes paseamos por la city. Es impresionante todos los edificios de oficinas y ese ambiente apresurado que se respira. Está todo lleno de negocios de comida para llevar, comida basura para ejecutivos copn prisas.

¡Me gusta mucho esta zona pero solo de turisteo! Después vamos hacia la torre de Londres y a Santa Catarina, un atraque de yates privados que nos ha recomendado I. y que pese a estar cerca de la city te transporta a otras sensaciones de mas calma y paz.

Decidimos entrar en el puente de Londres (ocho libras la entrada y no sirve el carné de periodista). Las vistas desde arriba son espectaculares, ¡lástima que el día no acompañe! Dentro del puente te explican su proceso de construcción y hay una exposición sobre distintos tipos de puente. Además, en el otro ala, los Juegos Olimpicos se erigen protagonistas.

Con la entrada, tienes derecho a visitar la zona de máquinas. ¡Curioso el mecanismo para elevar las dos alas!.

La lluvia no cesa y buscando una estación de metro pasamos a la otra orilla de la torre con eficios industriales reconvertidos muy chulos.

Decidimos cambiar los planes y visitar el Museo Británico. Cogemos en sus alrededores. El Museo es impresionante. No sabes por donde empezar a mirar, ni qué quieres realmente ver. Acostumbrada a edificios temáticos, tal variedad de información me aturulla. Al fin puedo ver la piedra roseta y vuelve a entusiasmarme la parte griega de la exposición.

El British siempre está atestado de gente, es un buen lugar al que ir cuando llueve, pero con calma, sin prisa pero sin pausa para descubrir todos sus recovecos. ¡Es lo que tiene que sea gratis!

Tarde comercial. Paseito por Oxford y Regent St. y parada obligada en Harrods, con sus escandalosos precios y sus escaleras singulares. Es mi santo y me empeño en comer en un KFC, una cadena de comida basura con el pollo como protagonista. Hemos visto mil pero ahora que es cuando la necesitamos no encontramos ninguno. Los que señalan los mapas están cerrados o ya no existen y cuando encontramos uno resulta que solo es para llevar. Acabamos por la zona de la Casa de Baden Powell y descubrimos un pub estupendo, dos pintas más que caen al estómago tranquilamente.

21 mayo 2012

507. Londres (I)

Un mes de espera y por fin llegó el día. Londres nos esperaba. A mí después de casi cuatro años, a A. por primera vez en la vida.

Ryanair sigue vendiendo todo lo que puede y algo más pero teniendo en cuenta que el billete nos salió por menos de veinte euros por cabeza, por mi como si venden a mi madre (no en sentido sino como forma de hablar).

El Terravisión (autobus) que conecta Stansted (aeropuerto) con la estación londinense de Victoria (18 euros I/V) es más bien un bus turístico que tarda casi dos horas en llegar a su destino, eso sí, cuando llegas a Victoria ya has pasado por la city, por el Puente de Londres, por el Big Ben y si te descuidas por el Buckingham Palace, vamos, que te hace un tour casi completo para que te hagas una idea de donde vas a pasar los cinco días restantes.

De Victoria al metro, a buscar la tarjeta de transporte. Pedimos una travelcard para siete días y nos dan una Oyster pero con todos los viajes que quieras, ilimitada, no hay que recargarla. Al cambio son 43 euros pero luego con fianzas y demás se queda en 35 (sí, Londres es bastante caro).

Llegar al hotel no es nada complicado. Está muy cercano a la estación de metro de Clapham South (se llama EuroLodge). Es un edificio muy antiguo en la zona 2 (última parada de metro antes de llegar a la 3) de Londres y teniendo en cuenta que reservamos con booking a muy buen precio pues era normal que no nos dieran la suite principal. Asi todo, he estado en sitios peores.

Nuestra habitación estaba en el desván, era la única, de hecho era bastante agaterada, y un piso más abajo estaba el baño compartido que, sin embargo, solo utilizábamos nosotros y algún intruso inesperado. Dejar las mochilas y pillar metro al centro (hay que amortizar la oyster, y amortizada ésta). Leicester Square, Piccadilly, Trafalgar Square, el Soho, Chinatown ¡qué ambientazo el sábado por la tarde-noche!. De ahí al Big Ben, con la noria predominando el paisaje a orillas de ese Támesis que no se ve muy limpio. ¡Hay gente por todos lados! ¡Me encanta! Aunque el frío empieza a ser bastante intenso.

Una retirada a tiempo que hay que aprovechar los días. Buena elección, mas teniendo en cuenta que la ventana de la habitación no tiene ni una triste cortina (para que hablar de persianas) y a las 5.30 ya ha amanecido. Desayuno en el hotel (justito pero suficiente) y en marcha.

Frikinait, nait, nait, Casa natal de Baden Powell, primer destino. La zona donde se ubica está muy bien, céntrica, al lado del Museo de Historia Natural y en una zona con bastante ambiente. El albergue es una mierda, una gran mieda y me quedo corta. Seguimos andando hacia Hide Park y vemos los distintos puestos de bici. A. quiere cogerlas y nos damos cuentas que son muy muy muy baratas. Vuelta en bici por Hyde Park, seguimos por St. James Park y llegamos hasta Buckinhgham Palace a tiempo para ver el cambio de guardia. ¡Error! Es domingo y está atestado de gente. No se ve nada. Volvemos a Hyde Park, super gracioso las tumbonas, y dejamos las bicis para emprender rumbo al mercado de Camden.

Camden es impresionante. Mira que me habían hablado veces de él pero no me lo había imaginado así. Muy chulo, la verdad que sí. Parada obligada en el Starbucks (wifi gratis) y vuelta de reconocimento mientras esperamos a que llegue J.P., que nos lleva andando por el canal que desemboca cerca de Regent's Park y de donde estaba su casa cuando vivía en Londres y cerquita de King Cross y St. Pancras (impresionante el edificio). Cuando Javi se va nos vamos hacia el Soho para tomarnos unas cañas y cenar por esta zona (la más concurrida de la ciudad.

La gente es bastante borracha y españoles hay a patadas. Mola en los bares los cañeros con diferentes cervezas mundiales. Nos hacemos socios de las pintas y vamos probando distintas.

(... continuará)


08 mayo 2012

506. Lo que es la vida

¡Hay que ver lo que es la vida! O quizás sea esto de hacerse mayor. A mi hasta hace relativamente poco tiempo, no me faltaba nadie relevante, bueno sí, mi abuela L., pero formaba parte de esas ausencias que aunque duelan, aunque lleguen de improviso como afortunadamente llegó la suya (afortunadamente para ella, claro, que no sufrió) pues forman parte de esa gran etiqueta de la ley de vida. Luego he vivido de cerca más ausencias pero siempre de gente que ya dejaba atrás una larga trayectoria vital.Las otras, eran tan pequeña, que ni siquiera tenía uso de razón.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte, hace varios años de hecho, por una cosa u otra, por esa enfermedad que tiene nombre y apellidos, la gente me falta, o falta en general, con más frecuencia de la deseada.

Y lo que hace seis años, también cinco, suponía una especie de shock emocional, de trauma al que era casi imposible enfrentarte, hoy en día se ha convertido en un 'lo que es la vida'. Nos estamos amoldando, acostumbrando casi a los vericuetos de esos tumores que se expanden, se contraen, van, vienen pero que por el camino deja a sus víctimas.

No es que ahora sorprenda o duela menos que antes, ni mucho menos, pero ya forma parte de una tragedia más colectiva que antaño. Nadie está libre de la maldita diana que parece jugar a su antojo.

Hoy ha sido un día de malas noticias. Duro.  De esos en los que no sabes cómo reaccionar. De esos que sabes que podrían llegar pero que a la hora de la verdad nunca esperas.

No sé hasta qué punto es bueno para esta egoista humanidad en la que me incluyo acostumbrarse a esas noticias