08 mayo 2013

527. San Sebastián y País Vasco francés

A falta de que mi nuevo blog de viajes esté listo, seguiré recurriendo a este para contar las escapadas porque de lo contrario, dejo pasar el tiempo y se me va la pinza.

La segunda escapada de febrero fue San Sebastián y País Vasco francés.

Desde Santander a San Sebastián hay unas dos horas y pico, eso sí, todo autovía de peaje. (Un primer peaje de 1,13 y un segundo de 9,27).

San Sebastián es una pasada! Me encantó. El centro es todo ola y con unas restricciones muy especiales asi que tuvimos que estar muy pendientes a ello. El Hotel donde se quedan todos los famosos que van al Festival de Cine, la playa de la Concha, el Ayuntamiento, el caso viejo, los edificios... me sorprendió muy muy gratamente esta ciudad. No pensaba que iba a ser así, tenía otra idea de ella.

Nada más llegar entramos en una pastelería a comer unos pasteles, riquísimos por cierto (3,40 los dos) para comenzar a andar hacia la playa. Muy bonito el contraste monte, playa, mar... Además, el día estaba buenísimo, con mucho sol que animaba a caminar junto al mar. A la hora de la comida decidimos entrar en el casco viejo. Si por algo es conocido 'Sanse' es por sus pinchos pero ya sabes eso de cría fama y échate a dormir. Teníamos un listado con recomendaciones pero debe ser que solo funcionan a pleno rendimiento los fines de semana y un miércoles, como era el caso, encontramos la mayor parte de ellos cerrados.


Al final, nos dejamos guiar por la intuición y... no acertamos. Bueno, acertamos al final, tres chacolís y tres pinchos chungos ya en el cuerpo. Dimos con un bar que era la panacea, una gran barra cubierta de espectaculares y elaborados pinchos de un lado a otro. Se llama Zeruko (Pescadería, 10) y era IMPRESIONANTE. Por dos Txacolis, un mosto y tres pinchos nos cobramos 13,5 pero al menos nos fuimos con la sensación de que ese era el verdadero espíritu culinario de la ciudad y lo cierto es que de precio era parecido al resto.

También subimos al Monte Igeldo (2,20 euros por personas) una suerte de parque de atracciones medio abandonado pero con unas vistas de la ciudad impresionantes.

Después de comer pusimos rumbo a Biarritz y oigan lo de lo peajes ya es demencial. Otros cinco euros que nos costó pasar la frontera. Supongo que tenía que ver que no habíamos mirado bien cómo ir porque a la vuelta vinimos por carretera general normal y sin pagar nada.

El hotel que habíamos cogido por 10 euros cada una... sin comentarios. Prefabricado, el mítico hotel de carretera. Eso sí, con baño también dentro y para lo que lo queríamos nos hizo el servicio. Dejamos las cosas y fuimos a Biarritz. Me decepcionó un poco. Me la imaginaba más elegante, más regia... El hotel si que es una pasada. Domina todo y tiene una pinta magnífica.

Dimos un paseo por la playa, nos acercamos a la roca de la Virgen y comenzamos a tener frío. Dimos una vuelta por las calles más céntricas para ver donde podíamos cenar, nos habían metido miedo con que más allá de las 9 nos quedamos sin comer y preguntamos en un sitio de hamburguiesas, bocadillos y comida rápida que nos dijeron que sin problemas. Fuimos a tomar algo a un pub de la zona (Newquay, tres euros cada bebida). Buen ambiente, el único sitio con gente porque parecía un cementerio. Nadie! La cena bien y barata.

Al día siguiente, Bayona. Muy bonita la ciudad. Casas de colores, todo muy coqueto pero por desayunar nos pegaron un buen palo. Me encantó la plaza de abastos, con mucho bullicio y el paseo junto al río que separa la ciudad. Hacía mucho mucho frío.

San Juan de Luz me encantó también. El juego de blancos, verdes y rojos, las calles estrechas, la playa, la zona del puerto, la calle de los restaurantes. Dimos con uno con menú del día por 15,5 euros, en pleno centro, en la calle de los restaurantes. Estaba muy bien. Ongy Ethorri se llamaba.

Después, rumbo a casa por la carretera de la costa. No teníamos prisa, vale, pero merece la pena pagar el peaje que ir por esa carretera que se hace interminable. Paramos en Hondarribia (Fuenterrabía) y también me gustó mucho la zona del casco viejo.

526. Madrid

Madrid es una de esas ciudad que a mi al menos no me gusta nada para vivir pero a la que adoro escaparme al menos una vez al año.

La última parada fue en febrero con K. y mi hermana, el trío lalala, los compañeras ideales de viaje porque después de tantos nos compenetramos a la perfección, broncas inclusive.

El objetivo principal de visitar la capital del reino no era más que ver el famoso musical 'El rey león'. Compramos las entradas con anticipación, muy caras pensé cuando las reservé pero ciertamente después de ver 'El rey león', el mundo del musical cambia de perspectiva (De hecho, recientemente vi 'Grease', en el Palacio de Festivales de Santander, y salí muy desencantada).

Ryanair sigue haciéndonos la vida fácil a quienes nos gusta escaparnos de vez en cuando. A mí me parece bien que el Gobierno cántabro subvencione a esta compañía (mejor si lo hiciera a una española pero con los mismos precios, claro) pero creo que mis impuestos, egoístamente y en este caso, están muy bien empleados así. La cuestión es que el billete de avión me costó 15 euros por trayecto (30 en total) más los 4,90 euros que ya cuesta el metro desde el aeropuerto (la T2) hasta la estación de Gran Vía (9 paradas en total).

El Hostal en esta ocasión lo pillamos muy céntrico, en plena calle Fuencarral (en el número, 18). 36 euros la habitación triple con baño propio. Una pasada!!! Estaba limpio, ordenado y en pleno centro. ¡Qué más se puede pedir por ese dinero. Hostal Zamoran se llamaba.Con aire acondicionado, televisión,. wifi... perfecto para pasar una noche. Además, interior, por lo cual no sentimos ni un solo ruido en toda la noche.

Como habíamos madrugado muchísimo, creo que el avión salía a las 8 de la mañana de Parayas (Santander), lo primero que hicimos fue buscar un local para redesayunar. Madrid no es tan caro como dicen. Al haber una oferta tan grande se han tenido que ajustar el cinturón y hacerse asequible para que la gente siga consumiendo. A diestro y siniestro encuentras ofertas de desayuno, menús del día, plato combinados... una inmensa variedad a precios muy competitivos.


Acabamos al fondo de la calle Fuencarral en el Colby, saboreando un delicioso café con churros por tan solo 2,25 euros. Una muy buen ración.

Después, mañana de compras, que era uno de los objetivos principales de la escapada. Entrar en esas tiendas que se echan de menos en Santander y donde puedes pillar prendas que no verás repetida en diez personas diferentes. Gran  Vía para arriba, Gran Vías para abajo. Una fructífera mañana.

Al mediodía, fue momento de cumplir promesas. Al 40 Café que también está por la calle Gran Vía que fuimos. El bar tiene una entrada muy chula pero lo que luego es en sí el comedor tampoco es que sea nada del otro mundo. Eso sí es agradable comer con la música de los 40 de fondo. El menú del día eran 10 euros y yo me decanté por una ensalada verde de frutos rojos y queso fresco, una hamburguesa de colores y tarta de chocolate junto con una coca cola light grande. ¡MUY BIEN CALIDAD PRECIO!



Después, paseíto por La Almudena, la plaza Mayor, la plaza del Sol... toda esa zona!! Bajamos de nuevo al hostal para dejar las bolsas y cambiarnos de ropa antes de ir a ver El Rey León. Del musical, poco puedo decir. Es de esos que se te pasan volando y te dejan con la boca abierta. Y abierta también me dejó la boca el servicio de bar que nos cobró 12 euros por dos botellines de agua y un nestea!!! Grgrgrgr UNa gran timada.

El VIPS a mi me encanta y por eso siempre me gusta hacer una de las comidas en él. Tocó la cena. Un sandwich que pan pan, muy grande, también una especie de menú en el que estaba todo incluido por 6 o 7 euros.


A la mañana siguiente, salimos a pasear por el barrio de Salamanca. Al final también desayunamos en un VIPS de la zona. Vuelta para arriba, vuelta para abajo, alguna compra más y en pleno barrio de las letras descubrimos Casa Alberto, ¡el mejor vermú de Madrid, señores! Y encima con tapa. Vermú de grifo, en la calle de las Huertas. Visita imprescindible!!