25 noviembre 2007

204. Endiosamientos

Abogo por la gente sencilla y humilde y quizas ahí este mi principal defecto habiendo escogido la profesión que a dia de hoy desempeño. Está claro que hay que ser arrogante, creerse Dios, mostrar cualidades que quizás no se tengan realmente, mirar al resto por encima del hombro... endiosarse, en definitiva, cuando consigues un puesto de trabajo que al fin y al cabo no es más que un empleo en el que estás ahí gracias a la intervención de otra persona, encima.

¿Y por qué digo esto? Pues por una antigua compañera de curro que era muy normalita dentro del gremio, por no caer es descalificativos más bajos y que ahora desempeña su labor en otra institución, dejémoslo ahí, y tiene hasta un cargo de cierta relevancia en él. La autora de 'Corre, corre, que te pilla la vaquilla' sí como lo leeis, ese fue uno de sus originales titulares (y va completamente en serio), ahora va por ahí comiendose el mundo y menospreciando a los que un dia fuimos sus compañeros. Y el caso es que a mí ni me va ni me viene que se las dé de supergrande y superimportante por ocupar el puesto donde está, allá ella si se lo cree, más grande sera la caida. Yo ni siquiera tengo que pedirla información, afortunadamente, pero es que verla con esos aires de grandeza sabiendo como es, pufff, no puedo evitar que sonreir y compadecerme de ella... el problema es que la gente así es la que consigue lo que quiere, aunque el precio a pagar sea creerte superior al resto y mira tu por donde, creo que voy a seguir su ejemplo.

Y despues de este tonto monologo producto de la resaca del garrafon de anoche, lo dejo ya por hoy a expensas de tener pronto una buena nueva que daros a todos.

21 noviembre 2007

203. Cine y más cine

Huelva esta en el ecuador de la 33 edición de su Festival de Cine Iberoamericano, un evento que se supone que debiera llenar la capital onubense de glamour, estrellas del celuloide de este y aquel lado del Atlántico, cinéfilos, etc pero... nada más lejos de la realidad. Habrá actores, directores y productores que en sus países de origen serán perseguidos por los 'tomateros' de rigor pero que en España pueden estar absolutamente tranquilos porque pasan desapercibidos. A ver, habrá alguien que los conozca, no voy a ser yo quien diga lo contrario, pero ¿quién? Me hacía gracia el otro día un chico que escribía que este año se estaba viendo más animación, más gente, el punto de encuentro más concurrido, más interés por parte de los onubenses. Yo mientras lo leía pensaba ¿dónde coño me habré ido yo que lo que veo es totalmente distinto a lo que ha notado este? Hay que ver lo que influyen determinados condicionantes...

A ver, sigue siendo lo mismo de siempre pero, claro, hay que darle bombo. Y para eso estoy yo aquí, por supuesto, Si hay algo realmente espectacular del Festival de Cine, a pesar de los sucesivos recortes que se vienen experimentando en los últimos años eso es, sin duda, las fiestas, cócteles y demás. Eso es lo que dicen al menos los redactores acreditadores que, aunque no sean los encargados de cubrir la información, son los primeros en solicitar ese pase mágico con el que acceder a los diferentes saraos que se celebran durante esta semana. Yo, siempre había sido reacia a ir, nunca me ha llamado la atención pero hoy me he decidido a probar, a ver qué pasa. Me he hecho con mi invitación y dentro de un rato asistiré a un cóctel donde comprobar 'in situ' que realmente el festival está adquiriendo el esplendor perdido en ediciones pasadas.

13 noviembre 2007

202. Expectativas

Cuando esperas algo con muchas ganas, con mucha ilusión, acaba por no cumplir con las expectativas. A mí me suele pasar continuamente con las películas con las que la peña alucina. Cuando yo las veo, me parecen un tedio total y absoluto. También me pasa con otro tipo de cosas. Por ejemplo, el fin de semana pasado había fiesta en el pueblo, el segundo aniversario de la radio, y actuaban unos cuantos grupitos. Nada del otro mundo, por supuesto, pero con eso ya contaba yo y más teniendo en cuenta el lugar donde se iba a celebrar. Ruido desastroso, cantaban con Midi, en fin... un desastre. A sabiendas que esto era el percal que me iba a encontrar, yo iba bastante ilusionada y confiada en que me lo iba a pasar como los indios pero nada más allá de la realidad. Tampoco puedo decir que me aburrí pero no fue lo que yo esperaba. Enseguida me harté y aunque aguanté bastante tiempo, más de cinco horas, acabé yéndome a mi casa bastante fresca y pensando por qué coño no me quedaría en HUelva, o mejor aún, en casita, disfrutando de la tranquilidad y el descanso antes de llegar a estos momentos de incertidumbre, de cambios laborales en los que ahora estoy inmersa. Cuando piensas que todo va sobre ruedas, acaba llegando algo que jode tu tranquilidad y rompe la monotonía, pero eso ya es otra historia de la que aún no se ve el final del túnel.

08 noviembre 2007

201. Braulio

Al hilo de mi último post, debo hacer alguna rectificación porque hoy me he mirado en el espejo y me he dado cuenta que aún me quedan muchos años en el País de Nunca Jamás. Hombre, no es que haya visto a una niña cuando se ha reflejado mi rostro en él sino que lo primero que me ha llamado la atención ha sido un pedazo de grano que me recuerda que el acné juvenil aún sigue acudiendo intermitentemente a su llamada.

Pedazo de Braulio!!!, que diría Inés. Y digo yo, ¿porqué siempre hacen acto de presencia en el momento menos indicado? Yo no le he llamado y encima es uno de esos invitados okupas que por más indirectas que le tiras no se van hasta que ya han acabado con tu paciencia y te has resignado a aguantarles por tiempo indefinido.

Precisamente hoy, que es uno de esos días en los que me he levantado con ganas de comerme el mundo y que, encima, vuelven mis padres de su tourné.

¡¡¡Maldito Braulio!!!

02 noviembre 2007

200. Afectada por el síndrome

No, no es el de Ulises, serie patética a la que sin embargo estoy enganchada, aunque no tanto como a Hospital Central, El Comisario o Cuéntame...

Cuando estaba en el instituto mis mayores siempre hacían alusión a lo sencilla que era la vida del estudiante donde las horas pasaban sin más complicaciones que las de tener que estudiar y aprobar para no defraudarte a ti mismo. A mí me daba muchísima rabia que me dijeran aquello porque para mis problemas en aquel momento eran 'terribles': dependía económicamente de mis padres, no entendía nada de aquella asignatura tan odiosa, el chico que me gustaba pasaba olímpicamente de mi y yo me conformaba con los despojos de cariño o simplemente de conversación que quería darme... No veía aquella vida tan bonita. Sin embargo, ahora, desde la distancia, o quizás desde la experiencia que te dan los años, si reconozco que los jóvenes lo tienen muy fácil, aunque no sepan aprovecharlo en ese preciso momento.

Dicen que para atrás ni para coger impulso pero yo son muchos los días en los que afirmo que cualquier tiempo pasado fue mejor, pese a todo.

Eran tiempos de locura, de inocencia, de primeras experiencias, excursiones, viajes, borracheras... épocas donde la amistad era una de tus preocupaciones más importantes, cuando te podías pasar las horas muertas en torno a un triste banco, sin nada mejor que hacer y muy a gusto. Mucho ha cambiado mi vida desde entonces. Todo avanza, el tiempo sigue su curso sin que pueda hacer nada por detenerlo.

Sí, no puedo evitar mirar con nostalgia al pasado, especialmente en determinados momentos, especialmente cuando veo que mi entorno se adapta a los cambios, madura y sus preocupaciones empiezan a coger distancia con las mías. Yo, sin embargo, me resisto a ese paso del tiempo y sigo anclada en esa felicidad del pasado de la que ya solo queda una tenue estela, una pequeña huella que se desvanece por instantes.

Los especialistas lo llaman el síndrome de Peter Pan. Están afectados de este síndrome aquellas personas que se resisten a madurar pero no preocupados por envejecer o morir, o al menos no es ese mi caso, sino que mi mayor miedo es que se desvanezca mi capacidad de soñar, de ilusionarme como antaño. Me da pánico pensar que si sigo avanzando y entro en esa nueva etapa tendré que dejar atrás hábitos, costumbres... momentos, en definitiva, que para mí siguen siendo fundamentales.

No es nada grave, ni terminal, ni me hace sufrir demasiado. Simplemente son etapas, son fechas claves o instantes concretos en los que no puedo evitar entristecerme, en los que la melancolía se instala e invade por completo eso que llaman alma.

Me he estado informando sobre el tema y he leido que el síndrome de Peter Pan es una enfermedad del alma, en vez del cuerpo. Y cito textual: "Hace que lo que duela se sienta mucho más adentro que lo que puede curarse en cualquier centro de salud. Es poco común y muy peculiar pero inofensiva e hiriente a la vez. Muchos la rozan pero pocos la padecen".

Su única cura: seguir creyendo en El País de Nunca Jamás. Ese país en el que nunca jamás los niños dejan de soñar y nunca jamás los jovenes dejen de ser jóvenes.