30 agosto 2011

479. Algarve. (Tercera parte)

Con un plan ya establecido sobre lo que queríamos visitar si ó si, nos dirigimos a Ponta da Piedade, unos acantilados llenos de grutas y formas curiosas muy cerca de Lagos.

Nos montamos en una pequeña barca, diez euros por persona (exactamente igual que en Malta y para ver prácticamente lo mismo). Un agradable viaje de media hora aproximadamente, compartida con una pareja de leoneses, y con el barquero explicándote cada uno de los dibujos que forman las piedras. La verdad es que la experiencia fue muy agradable. Desde la barca, también se veían playas nudistas y otras que no eran nudistas pero eran de difícil, muy difícil acceso (intentamos bajar a una, los portugueses pretendían que bajáramos por una cuerda que no daba nada, nada, nada de seguridad). Había una gran red de senderitos para bajar a las distintas playas pero con el solano que hacía, uf, uf, uf (no se me ocurre mejor explicación9. Ah, también se veía desde el barco Playa Do Camilo, una muy emblemática de lagos, según le pudimos entender al barquero.

Después tomamos rumbo a Sagres y al Cabo San Vicente. Sagres una auténtica mierda de pueblo, hablando claro, construido para el turismo pero no para el mismo turismo como Lagos, Portimao o Albufeira sino que a mí me pareció algo más alternativo, mucho surfista... muy chillout sería quizás la palabra que lo definiera.

Fuimos a comer a la playa de Beliche ¡Qué pasadaaaaa! Precioso, nos encantó. Era como una cala gigante a la que se accedía a través de unas grandes escaleras, muy grandes, lo aseguro, porque yo me las comí enteritas!!! Esto era más bien españolandia pero bien. Incluso me bañé, señal de que el agua estaba buena, muy buena!!

Después la puesta de sol en Cabo San Vicente, visitamos el faro y fuimos dos horas antes, cervezas, frío, mucho frío, tanto que tuve que ir a coger la toalla para ponermela por encima. Era 22 de agosto (cumple de blanca, mira tu) y con llegar a las 20.10 llegas de sobra porque si no vas a pasar un frio del carajo. CAZADORA. Era como una romería donde, claro, los españoles eran mayoritarios. La putada, una bruma sobre el mar que hizo que el sol se escondiera entre esa bruma en lugar de sobre el agua. Tres horas esperando para estoooo!!!

www.weekendwagen.com
Es una página en la que inés estaba interesada y que aparece aqui, en mi cuaderno de notas. Hay algun puestecillo de souvenirs y alguna churrería, al principio me sorprendió el tema churros pero claro, luego lo entendí todo al ver el frio que hacía. De todos modos, todo tiene bastante mala pinta, no me comería yo bocadillos ni churros ni nada aqui. La lata de cerveza dos euros, por cierto. En el Cabo San Vicente hay que pagar por entrar al baño.

Al día siguiente, era el dia de la vuelta. Paramos en Faro, capital del Algarve y me llevé una grata sorpresa. Siempre habia oido hablar tan mal de Faro que finalmente me gustó mucho. Llegamos en coche hasta el centro sin problemas. Muy bien indicado. Es como sevilla, no da sensación de gran ciudad y tiene ese aire portugues de bohemio, triste, gris. La catedral, eso sí, un poco fea, (por fuera no entramos dentro). Hacia mucho calor y no habia turistas en exceso, ofertaban viajes en barco a 1o euros porque todo el entorno son como marismas naturales, un parque protegido.

Después fuimos hacia la Praia de Faro, un gran espigón muy portugués. Casitas pequeñas, algunas parecen construidas de cualquier manera, turismo nacional. Con bastantes restaurantes para comer. La playa es estrecha pero muy larga. Está a unos diez minutos en coche de Faro.

POr cierto, cosas típicas además de los dulces el paté de sardina (paramos a comprarlo).

Luego rumbo a Tavira pero muy cansadas de todo. Había hilo musical en la calle. Queriamos ir a la ilha de Tavia (1,40 euros por persona) pero era ya demasiado tarde y no estabamos seguras de que nos dieran de comer alli o iba a ser simplemente una playa natural sin más. Preferimos quedarnos por el pueblo. BAstante tranquilo.

Acabamos en Vila Real. El paraiso de las compras está en declive!!! Sol Dourado es ahora un chinatown!!! Aún así sigue habiendo buenas ofertas pero ¡Cuánto daño ha hecho Ikea!. Muchos españoles, todo sigue igual prácticamente, como antaño, me vinieron arremolinados un montón de recuerdos aunque eché de menos los chandals de táctel!!!

Noche en Huelva de montaditos, cervezas escasas y descanso. ¡Qué poco dura lo bueno!

478. Algarve. Segunda parte

El segundo día decidimos que fuera día playero, en la propia praia da luz. El día no está excesivamente soleado y sopla el viento, lo que hace que el agua, a mi entender, y en este caso también la de I. y R., también. COnclusión: que no metimos en el agua más del dedo gordo del pie. Yo no sé que tiene la playa para mí, será que no me gusta en exceso, que es tumbarme en la toalla y dormirme profundamente, da igual la hora que sea, o quizá sea mi forma de relajarme. No sé, el caso es que cada vez que voy a la playa me echo unas buenas siestas mientras espero que Lorenzo se fije en mí.

Ese día comemos en el apartamento, una gran ensalada. Nos sorprende lo caro que resultan algunas cosas en el supermercado (especialmente los yogures, la leche, la cerveza y el chocolate). No obstante, recuerdo que en Madeira también era todo super caro, serán cosas que importan de otros países.

Después de comer, tomamos rumbo a Ferragudo. Dice la guía que es un bonito pueblo de pescadores, aunque para llegar tomamos el camino más largo y acabamos en el interior, en un pueblo llamado Silves con un castillo que domina todo el entorno. Tenía buena pinta el pueblo, si señor.

Cuando por fin llegamos a Ferragudo, nos dirigimos directamente al puerto, salpicado de restaurantes tipo Barrio Pesquero de Santander y con Portimao enfrente. Portimao debe ser una gran ciudad también.

Vamos hasta Praia Grande, un extenso arenal resguardado con un espigón. Son ya las 18 o 19 horas y la gente comienza a recoger. Tiene bandera azul y oimos mucho español.

Va anocheciendo y decidimos ir a Lagos, a dar una vuelta y ver el ambiente. Es también muy turístico, demasiado quizás pero yo noto una esencia aún portuguesa que en Albufeira he echado de menos. Es una ciudad con calles estrechas, llenas de comercios, tiendas de souvenirs y restaurantes que a estas horas están en plena ebullición. Tiene pinta de ser una ciudad nocturna, se ven muchos pubs por la zona. Además, los espectáculos callejeros se concentran en una única plaza.

Sorprendente que no se puede entrar el centro en coche y que justo al lado de la señal que impide la circulación, hay un gran aparcamiento de pago. ¡No son tontos los portugueses! Pero bueno, realmente no me parece nada caro 0'80 euros la hora.

A los miopes, tened en cuenta que los indicadores de Lagos no son para nosotros. ¡Cuidado! Las letras son minúsculas.

Decidimos ir a cenar de nuestra pequeña Praia da Luz, nueva noche de pintas, nueva noche de risas. ¡Es genial estar de vacaciones!

29 agosto 2011

477. Algarve (Portugal). Primera parte

Pasar en poco más de una hora y cuarto de 24 grados a 45 no se puede explicar con palabras. Menos cuando el verano norteño ha sido prácticamente inexistente, cuando has tenido que mendigar rayos de sol y apurar cada instante en que Lorenzo se dignaba a salir.

Llegar a Sevilla, bajar del avión y sentir ese calorcito, en algunos momentos irrespirable, es sentir el verano en toda su plenitud. Yo tenía ganas de calor y aunque reconozco que entiendo a R., que casi se desmaya de la impresión (mi vena andaluza exagerada acaba de salir), yo estaba en mi salsa, más sabiendo que todo tenía fecha de caducidad.

Primera decisión, ¿qué hacemos? Sevilla o Huelva. 16.00 horas creo recordar. Optamos por Sevilla y por ese Peugeot 207 que nos dieron como coche de alquiler. Tenía aire acondicionado, requisito imprescindible en aquellos lares. Paseo por la Sevilla mítica, por la más turística pero también por la necesaria, barrio de Santa Cruz, Giralda, plaza del Salvador, Cuna, Sierpes, Campana, Alameda de Hércules y paradas, paradas para hidratarnos.

Tras las compritas de rigor y las visitas a las distintas tiendas de souvenirs (una constante) y probar unas tapitas típicas (¡qué me gusta el adobo!) rumbo a mi otra tierra, a esa Huelva que en verano es un erial y más si se trata de un viernes. Menos mal que a nosotras no nos hace falta gente para divertirnos, tan solo una cañas de terraza en terraza (pablo Rada, Gran Vía, La Merced...) y cuando queremos darnos cuenta el reloj marca ya las cinco de la madrugada, eso sí no tenemos cara de verdura hervida :D.

Sabado: Churros para empezar el día, un empeño mío quizás poco apetecible en pleno mes de agosto. Salida hacia Portugal, hacia el Algarve. Primer destino: Loulé, un pueblo de interior que en las guías destacan por su mercadillo de artesanía. Conseguimos llegar a la plaza de abastos. Un edificio muy pintoresco, a mi me encantó ese blanco encalado de las paredes contrastando con el rojo de las torres. Ya hace hambre y en Portugal hay queso, mucho queso. ¡Al ataqueeee!. Loulé no tiene nada más que ver. Dos quesos 2,20 euros y 3 panecillos por 0,45 euros hacen las delicias de las tres.

En Loulé ya no hay más que ver. Cogemos rumbo hacia Albufeira, ¡qué horror! Guirilandia total, no hay por donde cogerlo. Es el paraíso del consumismo del souvenir, el edén de la comida rápida. Muchísimo ambiente, de eso no hay duda, pero demasiada aglomeración turística. Las casas parecen apiladas aprovechando el máximo espacio para que entren cuanto más aparcamientos mejor. UNa locura. Dicen que es la ciudad de la marcha nocturna por excelencia. Un poco más y emprendemos una atropellada huída. Dos horas, como mucho, nos bastaron para ver todo lo destacable (si entendemos por destacable las calles llenas y más llenas de tiendecitas).

R, tiene hambre, ella dice que no pero también se le pone cara de acelga cuando tiene hambre. Ponemos rumbo a Carvoeiro. En nuestra guía pone que se puede coger un barco para ver la costa. Llegamos tarde poorque paramos primero a comer (ensaladas, tostas y sandwiches, no me `pareció nada caro).

La playa muy coqueta, se puede hacer perfectamente una foto de esas de postal, de hecho tengo alguna. Yo creo que el acantilado es el que le da ese toque especial, aunque claro, aún no hemos visto nada y si comparamos con Albufeira y Loulé esto es el paraíso del turismo, claro.

Nos dicen que a unos pocos kilómetros, se puede incluso ir andando, está Algar Seco. Son grutas naturales en el acantilado, como un complejo laberinto lleno de recovecos. Mola! Todo tiene aquí un color rojizo. Chulísimo. Aquí no nos importa dejar correr el tiempo. Me da una importante sensación de libertad, ésa en la que me veo obligada a abrir los brazos en cruz. Eso sí, es importante llevar calzado cómodo.

La ventana del amor nos da para un rato de cachondeo y para muchas, muchas fotografías.

Praia Da Luz: Ahora me entero que es el pueblo donde desapareció supuestamente Madelaine, ¡ya decía yo que me sonaba de algo!. Nuestro alojamiento, los apartamentos Oasis Beach, totalmente recomendables. Por lo visto nunca hay nadie en recepción, tenemos que llamar al tío para que venga a atendernos y a darnos las llaves. Gracias a Google Maps lo encontramos sin problemas, todo hay que decirlo.

No estaba todo tan lejos como decian en Booking, la playa eran menos de cinco minutos andando. El apartamento estaa muy bien, el complejo en general, con dos pequeñas piscinas y un bareto, aunque la verdad lo usamos poco, tan solo un día. Las estancias estaban un poco mal repartidas pues la cocina era enorme, el baño también tenía un buen tamaño pero luego las dos camas, el sofa cama y demás estsaba todo junto. La terraza también muy coqueta, muy sencilla pero ideal para desayunar, comer y cenar. La cocina tiene de todo menos cafetera, un gran problema para tres personas que no sabemos vivir sin cafeína (mi subconsciente ha puesto nicotina, pero no, ya voy camino de los siete meses). Hay toallas y está muy bien de precio. Recomendable 100% (bueno, bonito, barato y limpio, para mi algo fundamental).

El centro de Praia Da Luz está a unos diez minutos andando pero toda la pomada, la movida, estaba en la zona de la playa, con unos cuantos sitios para comer que también se transformaban en terrazas-pub. Lo de las pintas de cerveza es impresionante, yo creo que lo da el calor.

Es un sitio bastante tranquilo, para salir lo justo y como en la mayoría de los sitios del Algarve, todas las casas son muy similares, preparadas para el turismo residencial puro y duro. Típico binomio sol y playa.

28 agosto 2011

476. San Tiburcio

SI la fiesta no existe, pues te la inventas y si la imaginación no es lo tuyo pues buceas en la historia para recuperar algún evento destacado que con el paso de los años quedara en el olvido. Cualquier excusa es perfecta si de lo que se trata es de celebrar, de reunir a los vecinos en torno a, en este caso, una marmita. Algo así debió pensar la asociación Astillero por la Cultura cuando hace unos años –alrededor de una década si mi memoria no me traiciona y mis datos son correctos– decidió reactivar el calendario festivo de El Astillero con la celebración de una fiesta a finales de agosto o principios de septiembre.
Nacía así, o más bien renacía, San Tiburcio, que lejos de quitar protagonismo a los santos patrones: San José, Nuestra Señora, San Pedro o la Virgen del Pilar –las fiestas ‘grandes’ del municipio, Boo y Guarnizo inclusive– llegaba de improviso, sin que ningún vecino supiera muy bien a cuento de qué venía la celebración.
Sin embargo, el evento tenía un pasado. Dicen que Tiburcio fue un panadero de Astillero de hace ‘x’ años y que el día de su onomástica –según Google el 11 de agosto– contrataba a una orquesta y repartía chocolate entre todos sus vecinos para celebrarlo. De ahí se improvisó una fiesta y con el pasar de los años se ha convertido en un evento popular que recibe la respuesta de un amplio sector de la ciudadanía astillerense e incluso de gentes venidas de otros municipios, capital inclusive. Si me apuran, ya le gustaría en muchos casos a las fiestas de San José o a las de Nuestra Señora reunir en un espacio tan pequeño, la plaza del mercado, a tanta gente durante toda una jornada.
El programa de actividades va aumentando con el tiempo pero básicamente tiene su peso en dos específicas: la regata de trainerillas para aficionados que se celebra el sábado –de ahí el vaivén de las fechas, hay que tomar en cuenta las mareas– y el concurso de marmitas que tiene lugar el domingo.
En estos tiempos de crisis muchos ayuntamientos ya quisieran poder montar una celebración sustentada sobre estas dos actividades de mínimo presupuesto. El Astillero es un ejemplo claro de que no es necesario cantidades desmedidas ni grandes fastos para contentar a una ciudadanía que ha demostrado que solo tiene ganas de pasarlo bien rodeado de sus vecinos. Más bien se necesita imaginación y buenas propuestas para que con el boca a boca sea suficiente para aumentar cada año la participación. San Tiburcio es un ejemplo de festejo divertido y económico en tiempos de crisis. Que nuestros gobernantes tomen nota.
Y poco más. Invitados están este fin de semana a Astillero a festejar San Tiburcio.