30 agosto 2011

478. Algarve. Segunda parte

El segundo día decidimos que fuera día playero, en la propia praia da luz. El día no está excesivamente soleado y sopla el viento, lo que hace que el agua, a mi entender, y en este caso también la de I. y R., también. COnclusión: que no metimos en el agua más del dedo gordo del pie. Yo no sé que tiene la playa para mí, será que no me gusta en exceso, que es tumbarme en la toalla y dormirme profundamente, da igual la hora que sea, o quizá sea mi forma de relajarme. No sé, el caso es que cada vez que voy a la playa me echo unas buenas siestas mientras espero que Lorenzo se fije en mí.

Ese día comemos en el apartamento, una gran ensalada. Nos sorprende lo caro que resultan algunas cosas en el supermercado (especialmente los yogures, la leche, la cerveza y el chocolate). No obstante, recuerdo que en Madeira también era todo super caro, serán cosas que importan de otros países.

Después de comer, tomamos rumbo a Ferragudo. Dice la guía que es un bonito pueblo de pescadores, aunque para llegar tomamos el camino más largo y acabamos en el interior, en un pueblo llamado Silves con un castillo que domina todo el entorno. Tenía buena pinta el pueblo, si señor.

Cuando por fin llegamos a Ferragudo, nos dirigimos directamente al puerto, salpicado de restaurantes tipo Barrio Pesquero de Santander y con Portimao enfrente. Portimao debe ser una gran ciudad también.

Vamos hasta Praia Grande, un extenso arenal resguardado con un espigón. Son ya las 18 o 19 horas y la gente comienza a recoger. Tiene bandera azul y oimos mucho español.

Va anocheciendo y decidimos ir a Lagos, a dar una vuelta y ver el ambiente. Es también muy turístico, demasiado quizás pero yo noto una esencia aún portuguesa que en Albufeira he echado de menos. Es una ciudad con calles estrechas, llenas de comercios, tiendas de souvenirs y restaurantes que a estas horas están en plena ebullición. Tiene pinta de ser una ciudad nocturna, se ven muchos pubs por la zona. Además, los espectáculos callejeros se concentran en una única plaza.

Sorprendente que no se puede entrar el centro en coche y que justo al lado de la señal que impide la circulación, hay un gran aparcamiento de pago. ¡No son tontos los portugueses! Pero bueno, realmente no me parece nada caro 0'80 euros la hora.

A los miopes, tened en cuenta que los indicadores de Lagos no son para nosotros. ¡Cuidado! Las letras son minúsculas.

Decidimos ir a cenar de nuestra pequeña Praia da Luz, nueva noche de pintas, nueva noche de risas. ¡Es genial estar de vacaciones!

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