22 octubre 2012

520. Volviendo atrás

Estos días estoy sin salir de casa. ¿La culpa? Un lunar que se había apoderado de la planta de mi pie izquierdo y se empeñaba en dominarlo todo. El viernes extirpación, unos puntos y G. encerrada en una torre (la del quinto sin ascensor). Los primeros días dolía y apenas me he levantado del sofá para lo más urgente. Rodeada de buena compañía no se ha hecho muy pesado pero claro, después de tres días, empiezo a estar un poco harta, por decirlo de forma fina y no convertir mi blog en una de las páginas más visitadas de la jornada.

Hoy he estado buscando los papeles de aquella dieta que hice hace unos años para irme concienciando de que no estaría mal estar con ella un par de semanas y rebuscando, rebuscando me he encontrado con antiguos diarios. No eran lo míticos de adolescencia sino de bastante más crecidita. Los recuerdos se me han agolpado de nuevo en mi cabeza, ha hecho remolino e incluso me han emocionado provocando que alguna lágrima se desparramara sin control con rumbo a ese viejo cuaderno.

Escribo muy bien yo cuando hablo de mis sentimientos, en esa intimidad del lápiz y el cuaderno y, como mucho, esa canción de fondo de Alejandro Sanz, de Hombres G, de Amaral, de Revólver o del grupo de turno que por aquella época sonara con fuerza.

Dicen que para atrás ni para coger impulso pero hay veces que volver la cabeza te hace comprender en por qué hoy eres lo que eres; es una buena forma de comprender todo lo que has dejado o has cogido en el camino y en la fugacidad de lo que entonces me parecían agujas dentro de un pajar enorme y que hoy, lejos de todo aquello, me ha provocado una leve sonrisa, un suspiro acompasado con una sinfonía de recuerdos.

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