22 septiembre 2011

480. Menorca (I)

Sé que mucha gente se escandalizará cuando lea esto pero yo, qué quieren que les diga, sí, Menorca no es para tanto. Pensaba yo que me iba a encontrar la panacea pero bien porque todo el que lo ha visitado hizo que mis expectativas se elevaran demasiado, bien porque en los últimos años me estoy haciendo una especialista en islas, lo cierto es que, quitando las calas, espectaculares, eso sí, Menorca, a mi juicio, tampoco es para tanto.
Malta, Tenerife o incluso Madeira no tienen nada que envidiarle. El viaje comenzó ya con una hora y media de retraso sobre el horario previsto para el vuelo Bilbao-Menorca. Somos las primeras a las que deja el autobus que nos recoge en el aeropuerto pero aún así, cuando llegamos al hotel en Ciutadella, el Port Ciutadella, ya es hora de cenar.
La lluvia nos recibe en Menorca y pronto nos damos cuenta de que la isla la vamos a ver en un suspiro.
El hotel está muy bien todo hay que decirlo, es un negocio de ciudad y quizás si echamos algo de menos son los jardines que en otras ocasiones rodeaban la piscina. La habitación si está genial. Un gran dormitorio con dos camas de 1'05, con escritorio y demás, y un gran vestidor a un lado. El salón tiene un buen sofá cama también y la terraza da a la calle que conduce al puerto. El baño tiene hasta bañera de hidromasaje (¡¡¡y funciona!!!). Y para el recuerdo la cestita muy cool con todos los productos de higiene (incluso crema corporal y mascarilla, esto es nuevo para mí).
Después de cenar, el bufet es una pasada, impresionante de bueno, decidimos, con la barriga llena, bajar al puerto. Son diez minutos andando desde el hotel por un paseo poco concurrido. El puerto está bastante animado, especialmente la zona de los restaurantes y el centro realmente está pegado al puerto, solo hay que subir una cuesta.




Subimos a una terraza para pedir unos cócteles. Me pido la bebida típica menorquina, la POMADA (gyn con limonada) pero granizada. Está un poco fuerte pero muy buena.
El domingo es día de relax en la piscina. Al mediodía subimos al casco antiguo de Ciutadella. Está bien, calles estrechas donde el color amarillo predomina sobre ventanas de madera en color verde. Los comercios, además, no rompen con la estética de la zona pero a pesar de ser domingo, las calles están desiertas. Comemos en una plaza donde hay varios restaurantes y, a pesar de ser casi las cuatro de la tarde, nos atienden sin problema.
Después de otro rato de piscina, por la tarde volvemos al centro. ¡Ya es otra cosa! Empieza a haber más movimiento de gente por las calles pero todo en plan tranquilo. Después de cenar volvemos a bajar al puerto, elegimos otra terraza por donde pasa todo el mundo para tomar un mojito. Es una calle donde las terrazas triunfan y donde, curiosamente, lo veremos en toda la isla, las sillas son idénticas.



El lunes, después de un gran desayuno, no hago más que pensar en toda la verdura y en todas las caminatas que me voy a tener que dar a la vuelta, vamos a alquilar el coche para tres días. Aunque teníamos pensado pasar otro día de relax en la piscina, el día amanece nublado y decidimos coger el bus (4,75 euros ida) para ir a Mahón (Maó) al otro lado de la isla (45 kilómetros).
Mahón no tiene nada que ver. Es una ciudad bastante normal, incluso lo reconoce la chica de la Oficina de Turismo. Damos una vuelta al tun tun, vemos el centro y las cuatro cosas que nos han dicho que hay que visitar. Tres horas nos bastan para ver la ciudad y saber que hay que volver el jueves (8de septiembre) para vivir la fiesta.
(...)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues no se te ve muy eufórica no. Pa cdo la parte II ??? Por cierto muy mono tono malvita jijiji

I.V