103. Llorar de emoción, de tristeza, de impotencia, de sentimiento

Ay que ver de cuantas cosas se puede llorar. Llevo unos días llorando mucho. Empecé llorando por una alergía que no tenía y que me ha aparecido a mis 25 años. ¡Será capulla la primavera!. Ay que ver la jodía como molesta. Que piquiña en los ojos, por Dios. No podía evitarlo, lagrima tras lágrima.

También he llorado de impotencia. Bueno no sé si es de impotencia o de rabia contra mi misma. Ultimamente me tomo mi trabajo mas en serio de lo que se merece. Creo que ya os conté la angustia que tuve, dolor de corazón incluido, con los malditos nervios. Yo, que soy la persona más tranquila del mundo, resulta que los nervios me cogen el pecho y no me dejan respirar y encima de todo eso me entra como un dolor en el corazón que es insufrible. Resulta que en esta maravillosa Semana Santa onubense, con más pasos que devotos, hay todo un vocabulario aparte. Cada Virgen tiene su nombre pero cada Santo también. Normalmente me escaqueó porque soy la que menos entiende de mis compañeros de este tema pero un día me tocó hacer la portada, la parte más importante del periódico. Total que me fui a casa y por el camino empecé a pensar que si el nombre de Jesús era el que yo habia puesto o no. Y empecé a ver mil fallos en el suplemento. Y me entró el dolor. ¡Qué mala noche pasé! Y todo como siempre porque soy una cabezota y no confirmo las cosas. Total que era jesús de las Penas y yo le había puesto de las Tres Caídas, porque era la Hermandad de las Tres Caídas. No os quiero ni contar la noche que pasé. Ni tila, ni ansiolíticos ni nada me tranquilizó y, claro, empecé a llorar de impotencia porque ya no podía hacer nada. Ya iba a quedar como una auténtica gilipollas. Una noche de esas que marcan época. A la mañana siguiente voy al periodico esperando recibir la bronca del siglo cuando le cuento a mi compañero mi 'fallito' y me dice que también se le conoce por ese nombre, que casi que mejor porque así se le identificaba con la cofradía en cuestión. Como os podeis imaginar me cagué en todo lo cagable y en algo más pero mis lágrimas estuvieron presentes toda la puñetera noche.

De emoción. Bueno no sé si es de emoción pero por fin me leí el cuento de Marian. Jo, Mari, qué bonito. Dicen que un buen escritor es el que provoca algún tipo de sentimiento en sus lectores y yo que quieres que te diga, guapísima, que lloré muchísimo con tu historia, quizas por ser autobiográfica. Pero si, me llegó y mucho. Por cierto, mi madre la leyó antes que yo (la tenia encima de mi escritorio y pensó que la habia escrito yo, ilusa) y también la encantó. Hombre, no es la vopz de la experiencia pero dice que tienes futuro en esto. Lo de colgarlo aquí, creo que va a estar mas complicado...

¿De qué mas he llorado? La verdad que de tristeza no, pero quedaba bien en el titulin. Y menos ahora que estoy supercontenta esperando que llegue el viernes y que venga mi familia a disfrutar de la Peña, de la romería. Quizás incluso me lance al vestido y me enfunde en el traje de flamenca. Y después, rumbo a Teruel a descubrir si de verdad existe y por supuesto a ver si Peroch está bien cuidado. Bueno y con esto y un bizcocho, hasta la próxima porque lo de mañana lo veo complicado.