105. Teruel es... hasta bonito

Me ha costado empezar este post porque visto el éxito que tuve con el anterior, que frustración cuando no me lluevan los comentarios, si hasta mi hermana me ha dejado uno. De todas formas, sé que Javi estaba esperando este post como agua de mayo, aunque seguro que me lo negará pero lo sé asi que aqui voy.

POR CIERTO, HOY ES MI SANTO, POR SI OS SIRVE DE ALICIENTE PARA FELICITARME DEJANDOME UN COMENTARIO.

A lo que iba. Me estoy empezando a enganchar a esto de hacer una escapadita mensual para ver a viejos amigos. De momento no lo estoy haciendo mal aunque ahora si creo que voy a apalancarme un poco pues mi cartilla de ahorros corre el riesgo de derrumbarse. Asi que como mucho me escaparé a Sevilla, que para eso lo tengo a un lado.

Que sí, Peroch, que si, que ya empiezo a contar el viaje. ¡Que paliza de autobus! Después de la romería solo se me ocurre a mi ir hasta Madrid en autobus. Menos mal que la Suki siempre está dispuesta para dejarnos un rinconcito en su hogar, que si no... Llegué a Madrid el jueves por la tarde-noche y... ya no soy Paco Martínez Soria. Fui capaz de ir desde la estación de bus hasta el piso de marisa yo solita, Si señores, cambios de metro incluido. Tras una primera toma de contacto y cotilleos varios nos fuimos a cenar a un italiano, creo que de la Castellana. Nos pusimos moradas, aunque esto es un condicionante de todo el viaje. Entre ensalada y pasta nos bebimos una botella de lambrusco entre las dos y, claro, entre mi cansancio y que ella tenia que trabajar el viernes pues nos fuimos para casita a descansar. El viernes, y estoy orgullosa de mi misma, estuve toda la mañana de tiendas. Yo, si como lo leeis y pasé por esas guays de la calle Serrano, esa en la que da miedo hasta mirar el escaparate pues parece que te cobran hasta por eso. Después comida en casa de las coleguis de Marisa y vuelta a la estación de buses para coger otro dichoso bus, esta vez sí destino a Teruel.

Marisa me acompañó hasta la estación y al ver los especímenes que se subían al bus me dije: "Pero, Gema, donde narices vas". Madre mia, que susto. Ademas iba medio vacio por lo que la impresión fue aún peor porque me imagine una especie de Mina pero con cuatro casas más. Después de tres interminables horas y media vi la silueta de Perojo en la estación de bus de esa maravillosa ciudad esperándome. Por cierto, que lo de silueta nunca mejor dicho porque yo venga a mirar y casi me vuelvo de nuevo a Madrid porque casi ni le conocía. Joder, a este paso se convierte en el próximo Mister Teruel porque visto el percal, tampoco la competencia que iba a tener iba a ser excesivamente grande. Vamos, que de Navidad a mayo ha adelgazado lo menos 10 kilos y se le nota... vaya si se le nota. Asi que desde aqui aprovecho también para mandarle animos y que siga en el gimnasio... y comiendo menos también, jejeje.

A casa con la maleta, por cierto o Teruel es mucho más grande de lo que yo imaginaba o él vive donde Cristo pégó las tres voces porque estaba bastante lejos o esa fue mi primera impresión. Nos arreglamos y ¿adivinad donde me llevó? Al internado con los curas. Mi madre hubiera estado orgullosa. Resulta que era la fiesta de una virgen y daban las populares migas asi que fuimos para allá para que él hiciera acto de presencia ante los seguidores de Cristo. Pero cuando llegamos, los sacerdotes ya habían apurado todas las migas y lo único que consegui fue una infernal charla del director del colegio, también cura, sobre el secreto de unas buenas migas. (Joder, Gema, si es que no aprendes, el espíritu periodístico te lo podías haber dejado a un lado en vez de hacer tantas preguntas, que luego pasa lo que pasa, que un tipo te cuenta una historia y tu desconectas y solo asientes a todo lo que te dice).

Uy, se me ha quedado un poco largo, ya asi que mañana sigo, que asi también aprovecho y lo ilustro con alguna fotito. Por cierto, seguro que alguna curiosona también quiere saber como cuida su piso el Peroch... pues tendreis que esperar hasta el próximo post que siga contando.