12 enero 2009

272. Muro de hormigón

¿Cómo se rompe una pared de hormigón?

'X' decía que a pesar de tener pocas herramientas, de tener un instrumental muy precario, era posible, sólo era necesario armarse de paciencia, de toda la que fuera posible y al igual que las hormigas ir recogiendo provisiones para pasar el invierno poco a poco, miga a miga. Quizás el muro acabara cediendo pero al otro lado, también era posible que hubiera un uniformado que hiciera que el esfuerzo no tuviera su merecida recompensa y de nuevo volvieras a tu celda.

'Y' estaba de acuerdo con 'X', sabía que romper el muro de hormigón era una carrera de fondo, más que de forma. No obstante, a 'Y' no le importaba que el guardia estuviera esperando al otro lado. Ahí está el riesgo, pensaba. ¿Por qué no probar? Lo importante es la piña que se ha hecho mientras todos en equipo tiraban el muro, cómo han llegado a sentir el muro como parte de ellos, cómo han conocido cada una de las hendiduras que lo forman, cómo han imaginado cien veces el momento en que se caía.

Ahí está el riesgo y eso es lo que nos llevamos, independientemente de que podamos tirarlo o no, independientemente de que el guardia nos espere al otro lado. ¿Quién sabe si el guardia se ha ido a tomar un café, quién sabe si detrás del muro hay otro reo que lleva tiempo esperando que 'X', 'Y' y 'Z' salgan a su encuentro.

'Z' tenía sus miedos. Inconformista y pasional desde hace tiempo, temía caer él antes que el muro. En su fuero interno, desconfiaba. Un simple tenedor no iba a ser suficiente, iban a tener que pasar años hasta conseguir hacer un pequeño agujerito. Y él quizás no estaba ya para perder el tiempo. Su condena quizás fuera más pequeña o quizás prefiere dar las cosas por perdidas antes que ver como el tiempo pasa sin obtener resultados. Quizás si al otro lado está uno de sus antiguos compañeros de celda esperándoles, este podría haber reproducido el sonido del colibrí, ese silbido casi imperceptible para unos pero con tanto significado para otros. Una simple señal que le hubiera animado a seguir peleando contra aquel muro de hormigón con uñas y dientes, con un simple tenedor... una señal a la que poder aferrarse.

Una vez 'Z' creyó oir un silbido pero está casi convencido de que se equivoco. Igual quería ser como el del colibrí pero a 'Z' le pareció el de un jilguero, no podría asegurarlo pero claro, desde entonces la incertidumbre de que el compañero de fatigas siga al otro lado del muro le corroe y ya no sabe distinguir a un colibrí de un jilguero, de un canario o de una lechuza.

Todo es posible pero a 'Z', el más implicado en este cuento, le gustaría escuchar el gorjeo del colibrí. De hecho, 'Z' ha picado con todas sus fuerzas la pared, bueno quizás con todas sus fuerzas aún no, pero ha hecho méritos para conseguir derribar el muro. Una y otra vez, una y otra vez y, como a 'Z' le gusta, sin que los reos, los carceleros que desde dentro le vigilan día y noche no se enteren de que han conseguido un tenedor con el que seguir raspando.

Sin embargo, hay veces que 'Z' tiene las manos en carne viva, raspa y raspa y no cae ni una piedrita del dichoso muro. Si el muro respondiera con una pequeña grieta, con una piedra que se cae... Si cuando 'Z'está en otras cosas, sin hacer caso a la pared, ésta hiciera que se cayera alguna piedrita, 'Z' no perdería la esperanza...

¿Cómo se rompe un muro de hormigón?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy muy bueno.

Inés

Una conformista vital dijo...

Pues eso.