15 mayo 2010

388. Un breve abrazo

¿Cuándo acaba una por madurar definitivamente? Creo que es una fase tan progresiva que yo, al menos, nunca llegaré a completarla. Ayer fue mi santo, un motivo para mi de celebración, no por nada místico o religioso sino más bien como un homenaje a aquella persona a la que debo mi nombre. Ya lo conté el año pasado y no quiero volver a repetirlo, cuánto amor daba mi abuela sin tener apenas nada y sin querer recibir nada a cambio!.

Todos los años, en este día especialmente pero también muchos otros, me acuerdo de ella, de su fuerza, de su empuje, de todo lo que pudo aguantar de forma callada. Está claro que estaba hecha de otra pasta,de esa que asumes cuando la vida te deja más de una vez en la estacada.

Por eso me gusta recordar tanto este día, ¡qué pena que haya gente que no lo entienda!

Yo, por desgracia, no me parezco a ella, y aunque cada día tengo más claro lo que quiero o más bien cuando cada día tengo más claro lo que no quiero, hay situaciones que me pueden, que consiguen derrumbarme. Y me derrumbo y caigo, caigo en un agujero bastante profundo pero ahora, a diferencia de tiempo atrás, no mucho tiempo atrás, rápidamente vuelvo a levantarme porque hay cosas contra las que es imposible luchar, hay cosas que no es necesario decir,que hay que intuirlas y si no se intuyen, o si se intuyen pero es como el que no quiere ver, es que algo falla.

Sin derechos y sin obligaciones, así es mi vida, qué lástima que todo lo que yo puedo dar se esté quedando dentro de mí. Sí, cada día estoy consiguiendo sustentar o sostener mis principios con una base cada vez más sólida. Me estoy haciendo fuerte pero, joer, cómo cuesta convertirse en Sanson.

Hay veces que con un simple y breve, brevísimo abrazo basta y sobra, eso es lo que me hacía falta.

No hay comentarios: