24 mayo 2010

391. Paciencia y sonrisa

Yo solo la pedi salud y de pasada, pero muy de pasada, algo más. Tenía muy claro qué era lo importante, que me la conservara como estaba. Ni siquiera me excedí. Incluso hubo un momento que me ilusioné más de la cuenta y me ví cumpliendo su promesa, allí, aunque mi padre tuviera que subir con el banderín en el coche en lugar de coger un caballo. En cualquier caso a la vista está que me ha fallado.

Si pierdo la fe, me tengo que agarrar a ella como sea, muchas cosas perderán también sentido. Ahora mismo comprendo al personaje de la novela de Unamuno. Sin embargo, hoy ha sabido disimular pero eso no basta. No quiero que disimule ante mí, aunque en el fondo si hablo con ella como si nada, si la veo que admite lo lento del proceso, comienzo a respirar. Necesito oirla reir, con esa risa tan característica, esas carcajadas que ya no me acuerdo cuando las escuché la última vez.

Ya he descartado lo de los vuelos, demasiadas malas combinaciones, tanta compañía de low cost y ninguna que realmente me dé solución a mis problemas. Tampoco sé hasta qué punto sería bueno irme para allá unos días, la despedida sería aún peor, lo sé, no sería la primera vez. Solo nos queda esperar. La operación en sí misma no es complicada pero sí todo el entorno de enfermedades que la rodea. Anoche se llevó otro susto y me le imagino a él. El miedo tiene que ser tan grande!

Paciencia y sonrisa. Esas deben ser mis compañeras de viaje.

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