18 mayo 2010

390. Mi pilar

Uno de los pilares de mi vida, quizás el más importante, vuelve a temblar, vuelve a tambalearse. ¿Por cuánto tiempo esta vez? Pufff, eso nunca se sabe. Ahora, cuando parecía que de nuevo se había estabilizado, que no se predecía ningún nuevo terremoto que pudiera hacerlo peligrar una vez más, de pronto, zas, todo vuelve a caerse y empezamos otra vez desde el principio, ya no recuerdo ni siquiera cuanto tiempo lleva así, tres años, cuatro... ¡demasiado tiempo para la paciencia de alguien como ella!

Es en estos momentos cuando me doy cuenta de qué es lo que merece y no merece la pena, qué es lo que debo cuidar y qué debo dejar a un lado pero acostumbrada a escuchar todos o casi todos los días su voz, tres días sin oirla pueden conmigo. La distancia, a veces, sí que la marcan los kilómetros!

Es algo que me descompone por dentro, que me deja sin aliento, con pocas fuerzas para lucir sonrisa. Sin embargo, hace tiempo comprendí que mis problemas tienen dueño y que al resto de la humanidad, salvo cuando ya no puedes ocultarlo por más tiempo, debes seguir como si nada, porque es egoista pretender que la atención se centre en ti misma, cuando tu ni siquiera eres el problema. Otro síntoma de madurez. Cada uno lidia con sus propios bueyes y yo optimista por naturaleza, no puedo ni quiero pretender que mis bueyes lo manejen otros. Y es algo que empiezo a tener claro, aunque no sea nada fácil. Pero no hay más que mirar alrededor para ver que la tristeza o la rabia, ambos sentimientos se entremezclan, son un mal común para muchas personas, demasiadas.

No obstante, ¡¡es tan injusto!! Ver que tanta vitalidad, tanto coraje y tanta fuerza se esfuman como esas piezas de domino que se derrumban paulatinamente con un sólo soplido,ver como su voz se vuelve un hilo y ni siquiera saber qué decir para animarla, ni a ella ni a él.

Y, después de todo, siguen esforzándose por disimular, ambos dos, que aunque nada va bien, desde aquí no tenemos de qué preocuparnos. ¡Cómo se consuela un desconsuelo! Ahí aún me queda una gran asignatura pendiente.

No hay comentarios: