10 abril 2011

472. Estar en el mercado

Ayer era la despedida de soltera de L. Tiene 43 añitos y es la segunda vez que pasará por la vicaria pero a nosotros, a mi especialmente, que hace ya más de tres años me propuse hacer de mis compañeros de trabajo una especie de pequeña gran familia -con sus más y sus menos, claro- nos vale cualquier excusa para juntarnos. Me hace falta desinhibirme así de vez en cuando. Anoche N. no me reconoció. Era un nuevo encuentro tras varios meses sin verle, vamos desde octubre o noviembre, ya ni siquiera recuerdo aquella grata vuelta a lo mismo. Yo ya le había visto nada más entrar al bar, su altura es evidente, pero decidí esperar a que se acercara él. Cuando se iba vio a K. y vino corriendo a saludarlo. A mi casi me da un patatus cuando ví que no me decía ni un triste hola. Anda que no se me pasaron cosas por la cabeza!. Pero no, no me había reconocido porque ahora es un '¡qué guapa estás, no te había conocido. Iba a preguntarle a K. por ti! Y sé que no mentía. Volví a reconocer esa mirada, y esa conversación atropellada propia de los nervios. ¡Qué guay!. En mi cara no pudo mas que instalarse una gran sonrisa de satisfacción. ¡Qué majo es este chico! Pero ayer no era uno de esos días, ayer era noche de fiesssstaaaa y me mantuve en la fina línea que separa conceptos. Y se marchó. Estoy empezando a creerme muy seriamente que mi look actual es todo un acierto, especialmente cuando las planchas se pasean por mi cabeza. Ayer estaba muy guapa y me dí cuenta que sigo en el mercado, que en realidad nunca me he ido pero hay ocasiones en las que ni siquiera te apetece practicar esa mirada del oso amoroso de antaño. Ayer, sin mirada, eso sí, que quede claro, también quiso conocerme el dueño de una de las salas de conciertos de la ciudad. Un tonto muy tonto, chulo, engreido y altivo! Pero una vez más me quedé más ancha que pancha, tengo que empezar a maquinar los pases para los conciertos del verano y en este mundillo en el que me muevo laboralmente, lo mejor es no echarse enemigos, hablar con todo el mundo que nunca se sabe a qué te pueden ayudar. Ayer me gustó la sensación de ser observada, de levantar interés, me hace recordar que yo no necesito periodos de reflexión porque toda reflexión es un tiempo perdido y ahora sé lo que quiero pero si eso que quiero no lo consigo pues nada, a seguir caminando, que ahora veo muchisimas bifurcaciones, frentes abiertos porque 'después', porque 'luego', quizás sea demasiado tarde.

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