05 junio 2012

511. Lanzarote (I)

Mi hermana es la más galla del corral. ¿Cómo celebrar su cumpleaños? Pues en Lanzarote y allí que nos fuimos del 25 al 28 de mayo. Una escapada relámpago con tres horas de avión de ida y tres de vuelta, ¿palicita? Si ¿Sarna con gusto no pica? También.

El avión de Ryanair (no llega a 80 euros ida y vuelta) sale ya de noche de Santander y no llega a Lanzarote hasta las 11.30 de la noche (hora canaria). Es un poco pesado pero bueno... soportable.

He reservado en Autoreisen on line el coche para el fin de semana y para devolverlo el lunes antes de que salga el vuelo. Podemos recogerlo en el aeropuerto y a esas horas intempestivas. Es un cochecito pequeño, un renault Twingo pero que no nos cuesta ni 50 euros para los tres días y ¡con aire acondicionado!. ¡Tirado de precio!

Tiramos para Puerto del Carmen, es donde hemos reservado el apartamento. Nos han dado las indicaciones pero tiramos de gps del movil. Los encontramos sin mucho problema. El apartamento está muy bien. Tiene una habitación con dos camitas, un salón cocina y el baño, amén de una terracita fuera. Está tirado de precio nos ha salido en total 112 euros por tres noches y con desayuno (entre las tres).

Vamos a echar una ojeada. Llegamos sin problema a la avenida de las playas, donde se cuece toda la pomada pero no hay mucha gente y los bares están cerrando. Se ve mucho guiri. Está todo lleno de apartamentos del tipo al nuestro. Se ve bonito.

Sopla un airecito peculiar, una chaqueta no me vendría mal. Al día siguiente ya empiezo a sospechar que el viento va a ser una constante en esta escapada y, comentándolo con más gente, me temo que sí, Lanzarote es una isla de viento.

El sábado a las 7.30 horas, mi hermana y yo ya estamos despiertas. Aquí tampoco hay persianas y una luz tremenda entra por la ventana y se cuela entre las cortinas. Bajamos a desayunar y nos encontramos con que el desayuno es a pie de la piscina y que, además, puedes elegir entre desayuno inglés (pasamos) o continental. El continental es nada más y nada menos que el café, un zumo, un croissant a la plancha, dos supertostadas de pan de molde y jamón york, queso, mantequilla y mermelada a espuertas. ¡Impresionante para lo que ha costado!

Cogemos el coche en dirección al Parque Nacional de Timanfaya y nos damos cuenta de que la gasolina cuesta a un euro el litro (en la península está a casi 1,40 en estas mismas fechas). Pasamos por Yaiza pero vemos el pueblo en el coche, tampoco tiene mucho más.

El parque es como estar en otro planeta.

Pillamos un bono que te da acceso a ver cuatro cosas por 26 euros. Hay que solicitarlo en taquilla.

Paramos primero en el Centro de Interpretación, que es gratis, y te ponen un documental sobre lo que vas a ver a continuación. Luego vamos ya al parque propiamente dicho. Se nota que es uno de los destinos turísticos por excelencia de la isla. Nos montan en un autobus y te hacen una visita guiada por el parque de unos 45 minutos. Te van explicando cada cosa en varios idiomas.

Cuando acaba el recorrido en autobus hay demostraciones para que comprobemos el calor que se desprende del volcán. Acerca unas llamas a uno de los agujeros y rápidamente comienzan a arder y al echar un cubo de agua en otro, sale esta a presión como si fuera un geiser. En otro lugar tienen una parrilla con comida hecha solo con el calor que se desprende. ¡Espectacular!

Merece la pena 100%

Luego vamos a Las salinas, otro punto supuestamente de interés pero que no son más que eso, salinas. De ahí a los Hervideros, muy chulo, formaciones curiosas que han hecho las rocas por la intervención del mar. Las fotografías en este lugar salen muy pintorescas.

En este lugar el frío y el viente se lleva mejor, se está más resguardado.

El Golfo es un pueblo o aldeilla más bien con un monton de restaurantes con muy buena pinta pero aún es pronto para comer, más teniendo en cuenta el suculento desayuno que nos hemos metido entre pecho y espalda.

Seguimos a la charca de las cinchas o laguna verde, que luego descubrimos que el misterio está cuando sube la marea y se ve esta charca de color verde rodeada por el agua azul del mar. A nosotros nos pilla con bajamar...

Playa Blanca es el destino para comer. Es bastante turístico pero ha sabido conservar la fisonomía de cualquier pueblo costero. Está muy chulo. Todas las casas blancas con puertas y ventanas o verdes o azules. Compramos perfumes y tabaco a muy buen precio y nos recomiendan un  restaurante a pie de playa: el Brisa Marina (una ensalada tropical, puntillitas, patatas a lo canario con tres salsas, tacos de atún, dos cañas, una cola, 2 de papaya con zumo de naranja y un tiramisú 55 euros. Nos hemos quedado fenomenal.)

Damos un paseo por esa zona y empezamos a ver hotelazos a pie de playa. Cogemos el coche para ir hasta Playa Quemada, otro "lugar pintoresco" pero lo más pintoresco que tiene son las decenas de caravanas que se esparcen a diestro y siniestro, están repartidas por todos lados. Parece un pueblo chabolista o algo así.

Hemos visto más de una playa de arena blanca ¡no como en otras islas que ya hemos visitado!

Puerto Calero es un mundo aparte. El mundo del lujo y la sofisticación, Un puerto deportivo de impresión y un centro comercial al aire libre lleno de tiendas de grandes firmas de moda. Es el Puerto Banus de Lanzarote.

Volvemos a bajar camino a Playa Blanca para ir a las Playas Papagayo. Hemos leido que hay que pagar por entrar porque están en una reserva natural pero lo cierto es que nadie nos pide nada (también es verdad que son las siete de la tarde). Son seis kilómetros por carreteras de arena y tierra en estado regular, con muchos baches pero las playas son chulísimas, resguardadas por el viento. Son unas cuantas calas distintas y la papagayo tiene arriba unos bares estilo chill out que están super bien ambientados.

De vuelta ya a Puerto del Carmen descubrimos que la zona del puerto también es muy animada. Nos arreglamos y bajamos a celebrar el cumple de mi hermana a un sitio muy tuti. Queso fresco de Lanzarote empanado con salsa de arándanos, parrillada de verduras y parrillada de pescado, una copa de helado y una ensalada de frutas regado por vino rosado autóctono (Vulcano de Lanzarote). No sé lo que cuesta porque paga ella, que es su cumpleaños). Nos invitan a mojitos en el bar de abajo, que resulta ser una especie de pub.terraza con música muy actual, camas balinesas, etc.

(...)


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