92. Historias de perros

Los que me conoceis, creo que casi todos, sabeis lo que me encantan los perros. Si es que veo uno y no puedo evitar el impulso de acercarme a él y acariciarlo...

Bueno después de esta tonta introducción que como todos sabeis no tiene nada que ver con la realidad porque me dan pánico, os paso a contar mi aventura, una aventura que ya se repite por dos veces y encima con protagonistas distintos. Pero bueno que me den pánico y que no me gusten no quiere decir que no los respete y que sea incapaz de pegarle una patada. Si en el fondo estoy condenada a llevarme bien con ellos... eso si... en la distancia, contra más lejos mejor. A tres metros todos los perros me parecen monísimos.

Hará cosa de dos semanas, iba a las 4.30 horas, aproximadamente, camino del trabajo. Ese día llovía, aunque sea raro. Bien pues iba yo tan contenta ensimismada en mis pensamientos, cuando noto una presencia extraña que está invadiendo mi espacio vital. Me giro y que veo: un perro pelanas de esos grandes y grises, lleno de mierda, olisqueandome las botas. A mi me entró ya el pánico. Intentando aparentar tranquilidad, le hago al perro 'Qle, qlé qlé' (vamos el ruidito ese con la boca típico que no se transcribir) dando dos pisotadas sonoras en el suelo. El perro se retira dos metros y yo sigo mi camino con la mosca detras de la oreja o mejor dicho, con el perro olisqueandome el culo. Miro para atras y el perro que sigue ahí. Otra vez la misma operación. 'Qle, qlé, qué' PAS PAS. El perro se retira.Ni un alma por la calle. Yo mirando al perro con voz desafiante y pulso acojonante. El perro moviendo la cola detrás de mi tan contento. Se va unos pasos por delante. Yo respiro aliviada. El perro se para. Me mira. Cuanto estoy a su altura vuelve a caminar y se vuelve a acercar a mí. Veo a un hombre a lo lejos. Pienso, mi salvación. El puto perro se irá con este. Pasa el hombre. El perro mugriento sigue a mi lado. Se acerca. Repito la operacion Qle, qle, qle, pas, pas y lo acompañó con un bajito tono de voz :'HIjo puta, vete de aqui, fuera, no ves que no me gustas'. El perro hace oidos sordos. Sigue a mi lado. Yo ya buscandole en mis pensamientos un sitio en la oficina. Un grupo de gente. A ver si se va con estos. Se acerca a ellos. No le hacen ni caso. Yo acelero el paso a ver si el perrito se despista. Mi gozo en un pozo. EL perro vuelve a mi lado. Iba a decir que empiezo a ponerme nerviosa pero os mentiria. YA estaba nerviosa, acojonada. Busco soluciones. Me meto en la primera tienda que vea hasta que se vaya. Estan todas cerradas. El Mercadona, esta es mi solución. Estoy ya girando para meterme en el supermercado que por cierto tiene dos puertas cuando ya no noto su presencia. Miro hacia atras y el can ha desaparecido de mi vista. Aún mosqueada sigo mi camino pero el perro por fin ha intentado mis indirectas.

Ayer, misma operación, distinto protagonista. Bueno en realidad peor porque ayer mi 'compañero' era un galgo, y con esos meneos que pega y esos vaivenes estaba aún más acojonada. Si parecía que en cada movimiento se iba a romper o, lo que aun es peor, que se iba a abalanzar sobre mi para pegarme un muerdo de esos que me tendrian que pegar otros... La misma historia salvo por el protagonista y que este me acompaño un poquito más lejos. Viendo mi gran triunfada con ellos, el año que viene le pediré a Melchor una mascota de estas.