91. Estados de animo contradictorios

He decidido dejar 'aparcada' la guerra de fotos, al menos de momento. Será un buen recurso a utilizar cuando quiera escribir algo y no me apetezca, no tenga nada que contar o simplemente no me de la gana. Por eso, hoy voy a escribir sobre mi estado de ánimo, sobre mi contradictorio estado de ánimo.

Por una parte, estoy superfeliz, que diría la Esteban, que buen post aquel que escribi allá por el mes de agosto. Ayer hable con Mari Guerre y el viajecito a Madrid del 18 y 19 de febrero es ya una realidad. ¡Qué ganas tengo! y ¡Qué ilusionada estoy! Marisa, me da igual donde quieras llevarnos, simplemente el hecho de cambiar de aires y estar junto a vosotras, seguro que me divierte y entretiene. Creo que tanto María como yo estamos en disposición de decir que estamos a tus pies para que nos lleves por donde quieras. Ayer hable con Maria y ya tiene incluso comprado el billete. Por cierto, María, se que estuve un poco seca pero es que estaba en el curro y parece que todo el mundo está deseando que eche mano al teléfono para callarse... y me da una verguenza....

La cruz de la moneda, mi madre. Resulta que ayer fue al oftalmólogo y tiene las retinas de los ojos comiditas por el azúcar. Tal es la gravedad del asunto que hoy mismo ha tenido que ir al hospital a empezar un tratamiento con rayos láser para ver si pueden arreglarlo (es que no me han explicado muy bien en qué consiste lo que tiene exactamente). En caso de no funcionar pues tendrían que operarla. Y me da muchisimo coraje, quiero decir rabia, porque a ella parece que todo la trae sin cuidado. El médico asustadísimo al conocer los gramos de alcohol que tiene en la sangre pero a ella no se le ocurre otra cosa al llegar a casa que tomarse un cafe con un trozo de bizcocho.

Tampoco es que todo esto vaya a ser inminente, de hecho se van la semana que viene a Mallorca pero yo y mi cabecita peliculera pues ha yan empezado a ver cosas, a montarse su guión y ya he visto a mi madre ciega, sin poder ver al novio de su nieta (porque como tenga que esperar al ver al de su hija, va lista, al paso que va la burra), coño, y no quiero. y más que nada porque es culpa suya que no se cuida que es incapaz de resignarse y de decir que no a un trozo de pastel. Pero ¿qué hacemos con ella? Mi padre, mi hermana y yo hemos recurrido a mil técnicas intimidatorias a ver si de alguna forma la acojonamos pero ella se mantiene fiel a su refrán preferido: 'Muera el gato, muera (h)jarto' y no hay nada que hacer.

Hoy ha ido a la primera sesión de láser y las ha pasado putas, o al menos eso dice ella, a ver si de una vez por todas se entera de que aún (y aunque a mi a veces me saca de mis casillas) nos hace mucha falta y que como siga así el día menos pensado le da un achuchón y se nos queda en el sitio. ¿Qué hacer para que se entere si ya lo hemos intentado todo?