29 enero 2007

147. In-consciente (mente)

Llevaba ya varias semanas, quizás meses, con la mosca detrás de la oreja, como suele decirse. Sin embargo, por 'h' o por 'b' nunca había parado a pensarlo detenidamente, a analizar la situación tal y como quizás se requería pero en los últimos días he sido consciente de mi nuevo e impensable problemilla. Uno más que echarme a la espalda, claro está.

Diosss, y pensar que en más de una ocasión yo he esbozado una pícara sonrisa cuando me cruzaba a uno de estos individuos por la calle... Y, ahora, sin saber muy bien qué condicionantes han provocado que me convierta en uno de ellos, se siento plenamente identificada... e incluso los he llegado a comprenderles.

Todo comenzo hace algunos meses cuando, como de costumbre, iba ensimismada (también conocido con la expresión 'ir en mi mundo') por el parque que conduce del trabajo a mi casa. Al cruzarme con una chica, veo que esta lanza una sonrisilla trémula y casi imperceptible para mí. Fue en ese momento cuando empecé a atar cabos y a estar atenta a cada uno de mis movimientos. Estuve indagando en el asunto varias semanas y el otro día por fin descubrí que mis sospechas no eran infundadas. Si, señores, he de confesarlo: pertenezco a ese nutrido grupo de personas, (cada día somos más, que conste), que hablan solos por la calle...

¡Qué vergüenza! Las tareas de investigación han sido arduas y duras y aún no estoy convencida de padecer este 'hábito social' en su aspecto más cruel, vamos, que no se si soy de las que hablan en voz alta pero si he podido comprobar, fehacientemente encima, que mientras camino voy gesticulando, ¡¡¡y de qué manera!!!, por la calle, provocando, como es logico, el descojone general de los que se cruzan en mi camino.

Lo peor de todo es que no hay remedio contra esta pequeña enfermedad y siendo consciente de cómo puede llegar a volar mi imaginación y de las películas que me monto yo solita en la media hora que dura mi paseo diario (multiplicado por cuatro, claro está), estoy empezando a plantearme coger el bus y dejarme de tanto paseo porque... ¿me imaginais por la calle relamiéndome los labios de placer y con cara plena de satisfacción porque en ese mismo instante me estoy comiendo (oniricamente, claro) un pastel de chocolate caliente con crujiente de almendras y un chorrito de licor en una de las mejores confiterías parisinas acompañadas de un atractivo gentleman?...


Y este solo es un pequeñisimo ejemplito (real, por cierto, de las muchas historias que sobrevuelan mi cabecita mientras voy para casa, especialmente cuando el estómago pide comida a gritos.

3 comentarios:

ladolcevita dijo...

Cariño, si es lo que te hace feliz te aconsejo que no dejes de hacerlo. Afortunada tu que puedes pasar tan bonitos momentos aunque sea en tu imaginación. Que más da como te vean los demás si tu en esos momentos te sientes feliz. La rutina es demasiado ardua como para deshacerte de esos momentos de evasión

Anónimo dijo...

te estoy viendo, golosona, saboreando ese pastel, con las manos llenas de chocolate. Jajajaja, no cambias nunca, tia, me llevaria una decepción si no escuchara o leyera estas películas que te montas tu sola en tu cabeza

Anónimo dijo...

y tu m das la xapa cn q studie?? si s pa akbar cmo tu desisto!!! q loca stas,madre mia ya lo q t faltaba.Espero q no sea hereditario!!!