Hasta hoy no he empezado a ser consciente de que esto no es una ilusión, un buen sueño que caducará. Hoy soy consciente de que sí tiene fecha fija que, de hecho, llega mañana. Ahora, cuando tan solo me restan un puñado de horas en Huelva, en esta que ha sido mi casa durante los últimos diez años, comienzo a darme cuenta de que mi vida girará 180 grados. En este mismo instante en que la emoción me embarga por todo lo que dejo aquí, que realmente no es poco, me doy cuenta que soy una privilegiada que puede rehacer de nuevo su vida donde quiere y como quiere.
Sin embargo, ahora que ya es tarde me asaltan mil rincones que no he visitado, cien olores que en mucho tiempo no volveré a percibir, decenas de rostro que, grabados en mi retina, ya solo quedarán en mi recuerdo, al menos durante los próximos meses. Esta mañana fui consciente de que era el último paseo que iba a dar desde mi casa al trabajo. He intentado captar cada paso, cada instante, cada momento, cada escena pero finalmente no le he prestado la atención suficiente.
No sé en qué instante he visto por fin mi realidad. Quizás haya sido cuando los departamentos de Administracion y Comercial me han agasajado con varios regalos que jamás hubiera esperado y que me han llenado de orgullo. Quizás ha sido cuando me he visto sentada en una mesa con mis compañeros degustando mi última comida con ellos o quizás cuando he vuelto al periodico y he puesto los bombones de despedida encima de la mesa, o quizas cuando mi director se ha despedido de mí o cuando Elena me ha mandado los que serán nuestros últimos correos internos o cuando he llamado a mi nuevo jefe para que me dijera a que hora voy el lunes...
Se acabaron ya los adioses, que en realidad son simplemente hasta luegos...
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