07 febrero 2010

379. Inspiración del refranero español

Dicen los escritores, los artistas en general y rememorando a algún grande, Picasso creo que era, (Me estoy asustando de todo lo que sé), que la inspiración mejor que te pille trabajando, vamos, que no tienes un momento glorioso, si no que èste normalmente llega cuando estas en el lio. Y bueno yo no soy ninguna artista pero me gano la vida escribiendo, las cosas como son, aunque este blog esté lleno de faltas de ortografía (fruto de las prisas en el 95% de los casos) y de frases sin aparente concordancia (para mi siempre la tiene, claro).

¿Cuál es el problema? Pues que en mi trabajo no escribo sobre lo humano y lo divino, sino sobre cosas concretas, constatables y, si en algún momento me apetece desbarrar, contar alguna historia, pues tengo este blog de desahogo.

(Un inciso en el argumentario: "Cuerpo descansao, dinero vale", la última aportación de mi madre al refranero popular y su nueva forma de dar las buenas noches. Lo voy a escribir para que quede constancia que sino luego no me acuerdo. Y ya que estamos, voy a poner el que me ha costado meses recordar -"Don creique, don penseque son hijos de don tonteque"- y el que sé que jamás se me olvidará pero que ya que estamos "Cuando la perdiz canta buen prao tiene" y por último, "Nochecitas alegres, mañanitas tristes". Hala, por eso de que las palabras vuelan pero lo escrito permanece". Ya me he quedado a gusto. Un homenaje a mi madre).

Retomo. Hablaba de inspiración y de que ésta, cuando es obligada y forzada, no aparece ni por asomo. Es lo que me está pasando en este momento. Llevo un cuarto de hora sentada delante de un 'nuevo documento de word" en blanco y sigue en blanco y seguirá en blanco.

Tengo que escribir uno de esos artículos para la revista de una hermandad peñera, de Madrid en este caso, y no tengo ni idea de qué narices escribir para no volver a repetirme. Ahora mismo, estoy releyendo todos los artículos escritos con anterioridad, y son varios, y es que ya he contado mis vivencias personales, mis recuerdos, mis sueños, mis esperanza, mi devoción, mis sentimientos, mis reivindicaciones, mis lamentos... y ya no sé que más decir.

Pero un compromiso es un compromiso y qué leches, a mi me encanta quejarme por todo pero luego stoy encantada de escribir sobre ella, perdón, Ella (con mayúsculas). Anda, ya sé de qué voy a escribir... voy a apuntar la idea inicial antes que se me vaya de la cabeza porque el otro día, cuando me metí en la cama, en ese momento de charla con las musas, se me ocurrió un inicio cojonudo, o al menos a mi me lo pareció en ese momento, pero no tenía donde apuntarlo y al día siguiente, se disipó entre mis recuerdos, cachis. (Nota: meter un cuaderno y un boli en la mesita de noche, o cuanto menos unos possit).

Si que va a ser verdad lo de que te pille trabajando, porque ahora mismo, escribiendo esto, se me acaba de ocurrir otro posible argumentario. Bien, funciona esto del blog, una vez más. BUeno, pues teniendo las ideas, más o menos claras, voy al lío. Quizás también me haya servido que llevo dos semanas en el coche con una cinta de canciones peñeras. Todos tenemos nuestras taras, o nuestras frikadas, ¿o no?

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