75. Un año de vida

Me niego a hablar de ESO de lo que hoy habla todo el mundo. Abres Internet y siempre sale el mismo tema y además para qué, si estoy aqui hoy escribiendo es porque no me he comido ni los mocos, que de lo contrario, no me veis el pelo en una buena temporada (bueno algunos no me lo soleis ver, pero vamos que si llego a conseguir un pellizquito mucho menos. ¿No dicen que afortunada en el juego, desafortunada en amores? Menuda mierda de refrán. Se supone que según la propiedad conmutativa (creo que se llamaba asi, se estudiaba en el cole y yo luego me pase a las Letras Pura) si a=b pues b=a. Coño, que si no soy afortunada en amores, se supone que tendría que serlo en el juego no?. Pues NO. La Diosa Fortuna me ha abandonado este año pero lo peor es que Cupido también (bueno no me quejaré tanto, que tampoco se me ha dado tan mal el año, comparandolo con mis otros años anteriores, que no con los del resto de la humanidad, claro está). En fin..

Hoy me apetece volver al pasado, a un recuerdo que aunque difuso creo que me marcará para los restos y que ocurría va a hacer ahora un año, en la madrugada del día de Navidad al 26 de diciembre. En estos días en los que mucha gente emprende el camino para reencontrarse con sus familias yo quiero abogar por la prudencia en la carretera, (si, yo, a la que algunos consideran una loca al volante) pero no sólo por eso, porque muchas veces la prudencia no te sirve para librarte de lo que te depara el destino y NUNCA, nunca sabes lo que te puede pasar. Como os decía antes, el año pasado por estas fechas, en la madrugada del 25 al 26 de diciembre, volví a nacer, volvimos a nacer pues María e Inés también estaban allí. Lo he contado millones de veces pero a medida que pasan los días y los meses me doy cuenta de lo afortunadas que fuimos y que ESA COSA, al que a mí por lo menos me gusta llamar Dios, intercedió por nosotros como jamás podriamos haber imaginado. Hacia una noche de perros (tormenta, granizos, agua), una de esas noches en las que tus padres desean que no salgas de casa o que, si lo haces, evites coger el coche. Pero nosotras, con María al volante de su Micra, decidimos irnos a Solares a disfrutar de la noche (y de las copas, para qué negarlo, eso sí, a excepción de María, que estuvo toda la noche a base de Cocacolas). Inés se fue horas antes al coche a dormir, dejándonos a nosotras en uno de los pubs en los que nos encontrabamos. A eso de las 5.30 horas de la mañana decidimos recogernos y al ver a Inés tan dormida, María decidió coger su manta de viaje y arroparla con ella. Iniciamos el camino de vuelta por la autovía, con nuestros hombres como compañía (los Hombres G, que los otros nunca nos acompañan). Hasta ahí, todos mis recuerdos son bastante exactos aunque yo si iba algo 'perjudicada' con la bebida. De repente, vemos una manta blanca delante de nosotros y jamás podré olvidar la voz de María en aquel momento "Dios, Dios, Dios, Dios, Diosss...." Pluf, pluf. El coche patinó con la placa de hielo, el coche golpeó en la mediana creo que con las dos partes del coche, aunque aqui si que ya mi mente ha borrado parte del recuerdo. De pronto yo ya solo veía hierbas por el cristal delantero pero no en la parte de la mediana sino en la otra parte de la autovia. Estábamos boca abajo. Eso, sí, de eso no tengo ni puñetera idea. Mi primera reacción fue hacia Inés que venía detrás tumbada, plácidamente dormida y sin cinturón de seguridad. A María ya la había visto por el rabillo del ojo y estaba bien, aunque me acojoné porque tenía un poco de sangre en la cara. Salimos de allí, creo que por mi ventanilla, que al igual que practicamente todo el coche ya no tenia cristales y María llamó a su padre y al 112. Mantuvimos la calma friamente e incluso con sentido del humor durante el buen rato que estuvimos allí. Nunca puedes imaginarte como reaccionarás ante un incidente de este tipo hasta que te pasa. Supongo que las copas también influian por lo menos a Ines y a mí. Menos mal que en aquel momento no pasaba ningun coche, si no, fijo que nos hubieramos matado. Y menos mal que pusimos la manta a Inés si no, nos hubieramos quedado congeladas. Ni el padre de María ni Trafico nos veía al pasar y tampoco nos atreviamos a salir a la autovia pues justo un rato después de nosotros a otro coche le paso lo mismo unos metros mas adelante. Creo firmemente que si llego a conducir yo (y creo que puedo afirmar sin quemarme que Inés igual) quizás no lo hubieramos contado. Hubieramos ido a más de los 80 ó 90 kilometros por hora a los que iba la Guerre por la autovia.
El resultado: la declaración de siniestro total al Micra, una putada para María, la verdad, pero nosotras, afortunadamente y sin más, un trivial latigazo cervical y una aventura más que contar a nuestros nietos.

Lo dicho, todos los que tengais que salir de viaje en estos días tener muchisima precaución, especialmente si las condiciones meteorologicas son adversas (coño, parezco Trafico). Yo celebraré junto a mis dos triamesas o siamesas desde ese día, mi primer año de vida.
Mañana más y más alegre pero hoy me apetecía contar esto.