410. A rey muerto, rey puesto

A rey muerto, rey puesto... y a tomar vientos. No estoy ya para tonterías.

Luego está ese otro dicho: el de el clavo que saca otro clavo y este me mola más, sobretodo si el clavo que saca el primero es el mismo que lo sacó la otra vez. Bueno, en realidad no sé si esto no será más un problema, que bastante tengo yo ya con lo mio pero lo cierto es que aquí si que está todo claro, clarinete.

Sí, N. ha vuelto a aparecer en mi vida. Hacia ya un par de meses o incluso más que no le veía y en esas últimas ocasiones fueron saludos efímeros porque mi cabeza estaba en otra historia. Sin embargo, ayer fue diferente. Ayer yo si que tenía ganas de hablar, de ser franca desde el principio y la conversación volvió a fluir. Así, como el que no quiere la cosa, con un interés mutuo por saber los cambios, minimos la verdad, experimentados desde aquel día de julio del año pasado cuando Vetusta Morla y las casualidades de la vida nos pusieron en el mismo camino durante unos meses.

Yo no lo llamaría feeling pero si interés, ganas de seguir charlando y que pasen los segundos, los minutos y las horas y ver como cada vez la distancia corporal se va acortando, se va acortando y el entorno ya no importa, sólo hay ganas de fundir esa atracción, por llamarlo de alguna manera, en, al menos, un beso.

¡Qué pena que no podamos manejar los sentimientos a nuestro antojo! Porque N. es un gran tipo, con sus defectos y sus virtudes, con sus excentricidades y sus movidas mentales pero N. merece la pena. Ayer fue una gran noche y punto. Puede repetirse o puede que no. Pero eso es lo de menos, porque yo me quité otra espinita clavada y anoche fue una gran noche, a pesar de que sacrifiqué otras cosas pero bueno, yo en el lugar de mi T. tambien lo hubiera hecho.

Vuelta a recorrer ese camino, vuelta a esas risas, a esas charlas surrealistas, a ese espacio que tantos buenos recuerdos me trae, ese detallismo y ese olor que hoy aún perdura. Me siento cómoda con N., y a estas alturas del partido, eso es lo único importante. Voy a disfrutarlo y a dejarme llevar, sin más, y a sabiendas que no va a doler.