26 marzo 2009

285. 'El hombre de mi vida'

Hay veces que no me apetece en absoluto hacer entrevistas que no me queda más remedio que hacer. A priori hay gente que me parece tan resabiada que pufff me echa para atrás. Hay otro tipo de gente que responde, sin más, a lo que les preguntas, que son insulsos, sin chicha ni limoná y están los últimos, aquellos que piensas que van a ser un somero aburrimiento entrevistarles y, en cambio, ¡¡¡bingo!!!, te sorprenden y no te puedes hacer la idea de cuanto.

Esto último me ha pasado pocas veces, de hecho, podría contarlas con los dedos de la mano, claro, teniendo en cuenta que dentro de este tipo de entrevistados (siempre me refiero a varones, por supuesto) tienen también sus categorías... el hombre de mi vida, el padre de mis hijos, el señor de mis sueños... cosas que hacen más ameno el trabajo cuando preferirías estar en cualquier otro lugar.

Bueno, pues el caso es que el que se había ganado por méritos propios el calificativo de 'hombre de mi vida' ha fallecido.Era el primero de la lista, a gran distancia del resto. Era el gran Eulalio Ferrer, un republicano exiliado durante la guerra civil que hizo fortuna en México a base de mucho, muchísimo trabajo aderezado de tesón, entrega y, por supuesto inteligencia. Grano a grano consiguió convertirse en el mejor publicista de aquel país y parte de su fortuna la reinvirtió en educación, construyó en Guanajuato un museo sobre Cervantes, sobre el Quijote, su gran obsesión.

Sí, hoy estoy de luto. Le entrevisté en julio del año pasado con motivo de la publicación de su primera novela (con 88 años) 'Háblame en español'. Le entrevisté en su casa del Sardinero, allí sentados en cómodas butacas y ante una gran cristalera desde la que se dominaba el mar.

Físicamente estaba mal, no hay que negarlo. Apenas podía moverse pero en su cabeza guardaba todos sus recuerdos, todas sus vivencias, toda su vida como si cada palabra que salía de su boca hubiera sucedido ayer, hace tan sólo unas horas.

La crudeza de su vida la había asimilado de una forma tan natural que parecía sobrehumana. En más de una ocasión me sorprendí a mi misma absorta cuando me contaba todas las veces que seguía vivo de milagro. Cuando me contaba su dura vida como quien cuenta el cuento de un desconocido, como el que abre un periódico y no le sobrecogen las noticias que aparecen.

Casi dos horas hablando con él, contándome su vida.. hubiera podido estarme allí toda la tarde. Yo, que tampoco soy de muchas palabras, conseguí sacarle un par de sonrisas con mis preguntas improvisadas porque el esquema que tenía hecho se desmontó desde el primer momento. En aquel instante, recordé por qué siempre he querido ser periodista. Me apasioné como ocurre pocas veces y me salió de dentro esas preguntas que normalmente intento obviar por creer que no son bien entendidas por el entrevistado. Pero Eulalio Ferrer las respondía, las ampliaba, las vivía...

Al final, me firmó el libro. Cuando le dí mi boli de bic azul me dijo que no, que él sólo firmaba con bolis de tinta verde, el color de la esperanza, me dijo, eso que nadie nunca debe perder. Un gran hombre! El hombre de mi vida periodístico.

A Gema Ponce,
periodista inteligente y
de simpatía amistosa

Eulalio Ferrer. Descansa en paz!

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