02 abril 2009

288. Y una más!!!

(Este año he hecho doblete y he escrito también en la revista de la hermandad capitalina pero ya se sabe eso de que sarna con gusto no pica y más cuando alguien está lejos de esa tierra que, me guste o no, también forma una parte importante de mi vida. Fran, ya me dirás que te parece esta, pero que digo yo que podías hacerlo con un comentario aquí, no por el messenger, jaja, que así queda constancia de que te gusta. Oye, y si no teneis plan, os invito a conocerla y asi nos vemos. Es el último domingo de abril. Os gustará y os pilla a un par de horas! Piénsatelo.

¡TODOS SOMOS PEÑEROS!

Hoy, antes de ponerme a escribir, he entrado en la página web de la Hermandad de la Virgen de la Peña de Huelva (www.labalsita.com). No es la primera vez que la visitaba pero nunca había escuchado el pito y el tamboril como música de fondo. ¡Qué gran acierto para los que estamos tan lejos!

Inconscientemente he cerrado los ojos y he olfateado esos olores que me resultan tan familiares y que irremediablemente me recuerdan al anhelado mes de abril. El azahar se ha entremezclado con los aromas de otras plantas que, a pesar de no saber nombrar, forman parte ya de mis recuerdos olfativos. También he podido saborear la tradicional caldereta de la Casa de Fondos. He visto a los puebleños afanarse en blanquear sus casas y he notado esas miradas risueñas. Agudizando el oído he podido adivinar el trotar de seis caballos por las empedradas calles y aquí, a mi lado, contemplando toda la escena, mi paraíso onírico, he sentido, sí, a la Virgen de la Peña. Parecía sonreír…

Este año para muchos será igual que el pasado, también igual que el que está por llegar. Sin embargo, para los que sentimos esa profunda admiración y devoción por la Reina del Andévalo, 2009 no es un año cualquiera, en realidad, está lejos de ser simplemente un año más.

Estos doce meses, más que nunca, son especiales para todos nosotros. No hay duda de que será incomparable para los que tuvieron la suerte de nacer en la falda del Cerro del Águila, en Puebla de Guzmán, y especialmente para los que tienen la fortuna de seguir residiendo allí, que vivirán todo lo que rodea a la Coronación de nuestra Virgen de forma, quizás, más intensa.

No obstante, la fe no tiene límites ni condiciones, no entiende de fronteras y ni tan siquiera de razones y, por supuesto, está lejos de tener dueños más allá de Ella, que es quien gobierna, vela y guía a sus devotos. Por eso, estoy convencida de que, independientemente de donde nazcas, de donde vivas o de lo que seas, 2009 será igual de único para todos aquellos que heredamos de nuestros mayores, sin más mérito, un fervor que sobrepasa la línea del sentido común y que apenas nos ha costado conservar. Ella, esa grandiosa Virgen de la Peña, nos lo sigue poniendo muy fácil. Como también estoy segura que será irrepetible para quienes la conocieron por casualidad, por un capricho del destino o por esos “inescrutables caminos del Señor”, para todos aquellos que bebieron hasta apasionarse de una devoción mariana bajo la advocación de Peña. Una pasión que les embauca como a todos nosotros, que hemos decidido caminar hacia Ella, con Ella, por mucho que alguno se empeñe en adueñarse de lo inadueñable.

Esta romería va a ser especial para todos los devotos, pero también para vosotros, para los responsables de la edición de esta revista, para todos los miembros de la Hermandad de la Peña de Huelva que este año, coincidiendo con la coronación, celebráis dos décadas al servicio de la Virgen, que supisteis extender la fe más allá de las a veces infranqueables barreras puebleñas, consiguiendo aportar también un valiosísimo grano de arena a esta coronación. Hija de puebleños emigrantes egresados tras cuarenta años fuera, hace más de un año que volví a mi tierruca, Cantabria, después de casi una década residiendo en la que también considero mi tierra, mi otro pedazo de terruño.

Mi despedida de Huelva no pudo ser más afortunada. La última información que escribí en el periódico donde trabajaba anunciaba la decisión del obispo José Vilaplana de coronar canónicamente a nuestra Virgen de la Peña.

Recuerdo que hablé por teléfono con el párroco de Puebla de Guzmán, Santiago, y me confirmó que para que una imagen sea coronada Reina tienen que reunirse una serie de condiciones, entre ellas, me dijo, que la imagen gozara de una probada devoción, no sólo en la Puebla sino más allá de esas fronteras. Y es en ese punto donde la Hermandad de Huelva tiene mucho que aportar. Veinte años de infatigable trabajo ha dado sus frutos. Vuestro tesón, vuestro trabajo y vuestro esfuerzo ya han cosechado sus primeros triunfos. No me cabe duda de que la Virgen de la Peña es sobradamente conocida en La Orden, donde tenéis vuestra sede, pero también en toda la capital gracias a los diferentes actos que organizáis y en los que participáis.

Sin duda, este año será inolvidable para todos. La coronación llegará con el verano pero antes, durante la romería, a la que este año, si mi Virgencita de la Peña me lo permite, no faltaré, servirá de ensayo general. Ahora más que nunca todos debemos volcarnos por igual por hacernos merecedores de su piedad y clemencia. Todos unidos debemos pregonar con más ímpetu y fuerza que nunca nuestras plegarias y esos vítores que salen desde muy dentro, de las entrañas, o desde ese misterioso lugar que llaman alma y que encierra un mensaje de amor sencillo pero lleno de respeto y humildad:
¡Viva la Virgen de la Peña!

Y también y cómo no,

¡Viva su Santísimo Hijo!
¡Viva Puebla de Guzmán!
¡Vivan sus devotos!
Y, por supuesto, ¡Vivan todas sus hermandades!


Santander, 1 de marzo de 2009
Gema V. Ponce Gañán

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