12 abril 2009

292. Planes semanasanteros

He trabajado, sí, pero he vivido el puente de Semana Santa intensamente, hasta el punto que incluso me he ofrecido en el periódico para ir a cubrir la procesión de Jueves Santo... será que echaba de menos la actividad cofrade onubense.

Todo empezó el miércoles. Un día duro, muy duro de trabajo, de esos que sales a las mil y acabas, sin saber muy bien como y cuando había planes mejores, en el bar cercano al curro, rodeado de compañeros que, al igual que tu, buscan en una cerveza y en conversaciones intrascendentes olvidarse de ordenadores, llamadas y ajetreos varios. Un día que más que andar te arrastras pero que luego, aún con algún remordimiento, acaba mereciendo la pena por la compañía, por la cerveza que se convierte en tu aliada. Al final, la cuenta ascendió a tres medias y a un reloj que ya ni marcaba las horas.

El Jueves, después de trabajar, después de ver esa salida procesional santanderina, celebrábamos una nueva fiesta, la del número 400, cualquier excusa es buena para reunir a la que ya es casi como tu familia, al menos pasas más tiempo con ellos que con el resto de la humanidad. Copas, copas y más copas. Charla, charla y más charla. Bailes, bailes y más bailes. Otra nueva gran noche quedesembocó en un viernes lluvioso que truncó mis planes de conocer Tresviso.

El viernes no trabajaba y eso había que aprovecharlo. Se cambia Tresviso por Vega de Pas, por una feria agroalimentaria donde no nos pudimos despegar del paraguas. Tarde de búsqueda, de búsqueda de una pastería donde poder encontrar algo que llevar al evento nocturno, una cena en casa de un compañero del curro.

Llega a casa, sube, deja los tupper con la comida para el día siguiente que tu hermana ha tenido la amabilidad de hacerte, vuelve a bajar y comienza otra vez con la cerveza. Antes de la primera caña pensé que iba a morir después de un resacoso día pero fue dar el primer sorbo y animarme. Suena el movil. Ruta por los bares del pueblo y huida a cenar. Seis comensales y un gato. Muy buen ambiente. Vino bueno. Conversaciones amenas. Música... de la música prefiero no hablar. Dios, si son cerca de las cuatro de la mañana. Suena el móvil. Ohhh. Puffff, mañana otra vez al curro.

Sábado terrorífico y soporífico. Las ojeras ya me llegan a la barbilla pero el puente aún sigue en su ecuador. Noche de nuevo encuentro. Pinchos y cervezas por Santander pero todo en su justa medida, hay coches de por medio. Suena el movil. Me divierto mucho, me río pero el cansancio empieza a llamar a mi puerta, a mi cabeza y a mi cuerpo más bien. Dicen que una retirada a tiempo es mejor que una victoria. Y ha sido una buena noche.

Domingo. Esto va llegando a su fin pero aún queda lo mejor, pienso. No tengo resaca. Día tranquilo. Café redaccional mañanero y teletubbies. Reirse laboralmente sigue siendo un privilegio compartido. Gracias, teletubbies. Pienso en esa siesta que me podría echar al mediodía pero que nunca llega porque prefiero cambiarlo por un café madrileño impregnado de reformas, buhardillas y propiedades. Llega la hora de la entrevista. Me encanta la gente sencilla, la que no airea apariencias. Una bonita conversación que tengo que volver entrevista. La tarde avanza. Ya es la hora. Venga, con decisión... Se me queda cara de tonta y hago pucheros. No podía ser un finde redondo. Así es la vida. Ya no tengo prisa. Acabo a las nueve. Hoy la cosa, encima, va muy bien. Todo terminado. Sigo con pucheros. Nueva conversación. Jeje, ya estoy más contenta. Pues nada, me voy a casa. Hasta mañana, compis. Mañana más.

¿El balance? Positivo, siempre positivo

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