117. Muerta aunque aún no literal

Pensaba que me estaba haciendo mayor, que a puntito de cumplir los 26 tacos (Dios, solo me quedan dos días) mi cuerpo, y especialmente mi hígado, no aguantaría tanto ajetreo pero... no, me equivoqué e infravaloré mi espíriru que aún se conserva joven, muy, muy joven y mas, mas nochero.

Ayer terminaron las fiestas grandes de Huelva, esas que rememoran la partida de Cristóbal Colón hacia América el 3 de agosto de 1492 (hala un poco de historia tampoco viene mal) y yo me he sentido un poco almirante en estos días. No he descubierto un nuevo continente pero sí la esencia en sí de las fiestas y es que sólo he faltado, de cinco, un día al evento.

Conciertos no he visto ni uno pero os podría describir a la perfección alguna de las casetas del recinto, especialmente la de Cadena Cien y su zona vip. Nada más acabar de trabajar, lo que algunos días se traducía en las 12 de la noche, nos íbamos todos para el recinto a disfrutar de las noches del estío sofocando el calor en el entorno de la ría (creo que es el sueño pero menuda literatura que le estoy echando a esto). POr las casetas, bailando, charlando, montandonos en las atracciones (bueno solo me monte en supergoofy pero contando que hacia años, muchos años, que no me subia en nada de esto ya es un triunfo). No ha habia ni un solo día -miento, ayer fue la excepción-que me haya recogido antes de las 5 de la mañana y que conste que al día siguiente me tenia que levantar para venir al curro con mis suplementos especiales pero ¿no es mejor estar en un sitio para escribir sobre el?. Pues eso. El sábado fui a la mina que era la verbena en honor de las pavas de verano, ¿quién dijo que habia que tener un santo para celebrar una fiesta? Y también me lo pase genial con todos los mineros juntos bailando el ya míitico paquito el chocolatero. Y el domingo vuelta a Huelva a currar. y para más inri, después de que ayer fui a ver los fuegos artificiales, hoy me he tenido que levantar a las 8 de la mañana para llevar al peritar el coche por el golpito del otro día. Total, que no veo la hora en que lleguen las 2 para dormir la siesta del siglo y seguir inyectándome café por vena.