60. Energías renovadas

Este fin de semana he desconectado de todo y me he ido a mi particular paraíso de tranquilidad, mi pequeño pueblo (más bien aldea y bueno es de mis padres, yo santanderina hasta la médula, pero bueno este rinconcito si que lo considero mio) situado más bien donde Cristo pegó las tres voces. Ya hacía un mes que no me dejaba caer por allí y la verdad es que ya lo estaba echando de menos. Necesitaba respirar su aire, ver a sus gentes, ver con mis propios ojos cualquier cambio, que por imperceptible que sea, me haga ver que también aquí hay futuro, aunque sea incierto.
Cuando estoy harta de ciudad (y sí voy a denominar a Huelva ciudad, no gran ciudad pero si ciudad. Ya cuenta, según el último censo, con 145.000 habitantes, que no está nada mal) nada mejor que ir para allá, desconectar de todo y disfrutar de esa paz que se desprende. Mirar si hay paz que ni siquiera los móviles, o al menos el mio, tiene cobertura. Bueno no tiene cobertura en mi casa pero no veáis lo que eso alivia cuando no quieres saber nada de nadie,que nadie te moleste... y lo que jode cuando tienes que llamar necesariamente a alguien y tienes que irte a un alto para poder hablar. Hombre, alguno de vosotros direis que con apagarlo se consigue el mismo efecto pero si lo apagues de forma consciente puede entrarte algún tipo de remordimiento pero si es por causas mayores... no hay nada que hacer.
Para los que no lo conozcais aqui os pongo las fotos (especialmente para los que tienen previsto venir en diciembre, para que se hagan una idea real de lo que es y no se desilusionen) y para los que teneis la suerte de conocerlo para que disfruteis aún más de ella, incluso en la distancia. Los tejados que se ven grisaceos son los garajes de chapa pues desde mi ventana se ven precisamente estos garajes. Está justamente en el bloque o manzana que se ve justo enfrente de donde hay más garajes. (Olé y olé mis explicaciones, seguro que todos os habéis enterado...)
Tampoco he hecho nada en especial, apenas he salido de casa pero sólo con estar allí, se despeja y revitaliza mente y alma (como con el red-bull). Un fin de semana para encontrarme a mí misma y disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. He estado de cocinillas, he ordenado viejos papeles y fotografías, he regado los árboles, he escuchado con atención las historias de los más viejos del lugar, he paseado por el campo. Vamos que hoy estoy relajadísima y dispuesta a afrontar la semana con energías renovadas. ¿Quién dijo que el lunes es el peor día de la semana?