10 junio 2009

304. Vista en elecciones

El domingo no fue tan duro como en un principio pudo parecer. Vale, si, hubo un par de horas de estres y miradas pendientes al reloj para cerrar en hora pero no fue tan mal como podría pensarse. Yo creo que ya empezamos a tener callo.

La cosa es que después de la tempestad viene la calma y para celebrar lo bien que lo habiamos hecho decidimos ir a tomar algo por el centro, un domingo y cuando ya pasaba la medianoche. Un par de cañas, un pincho... malditos horarios de funcionarios (cuando tenga dinero voy a abrir un bar con horario de periodista) y una retirada, por mi parte, a tiempo.

Coger el coche con una cerveza de más no es una buena idea. En mi caso, y a tenor de mi vista, más vale ir con los cinco sentidos puestos en la conducción y más si es de noche. Total, que mis amigos los que arreglan las autovías por la noche tuvieron a bien pintar las rayas del tunel ese domingo por la noche y para eso tenían uno de los carriles cortados y una de esas complicadas señales de desvío provisional que yo, a esas horas y con las lentillas rayadas, lógicamente ví a duras penas. Pero lo ví, que ese es el caso. ASi que, antes de complicarme la vida por el desvío prrovisional, Gema piensa que lo mejor es tirar por encima del tunel y volver a coger la autovía para Astillero pero, oh, sorpresa,esa opción no es viable porque también tienen cortado ese tramo. Opciones: tirar para Maliaño o tirar para el Alto Maliaño. Upss, me he pasado la del Maliaño, pues nada por el Alto Maliaño.

Brummm, brrmmm, brrmmm el ruido del motor de Bartolín resopla mientras enfila las primeras de las cuestas. Yo no sé muy bien como se va por aqui, pienso, pero tan dificil no será. Intento recorda como hago cuando voy desde astillero e intento evitar atascos pero entre mi vista (escasa) y la oscuridad de la noche... todas las calles me parecen iguales. El coche sigue andando y sigue andando y sigue andando y eso parece que no llega a ninguna parte. Chalets, chalets, chalets, más chalet., en algunos aún se vislumbra alguna luz encendida. De pronto, a mi izquierda, se ve Santander. Oh, dios, ¿a qué acabo en el aeropuerto? El tiempo parecía que corría más que mi coche y para mi que pasó más de media hora hasta reconocer algo que al menos me sonaba. el club de parayas o como se llame.

BIen, ya estoy situada. Aun me queda un cacho. POr fin llego a la punta de parayas donde las rayas de señalizacion brillan por su ausencia y cuando me quiero dar cuenta estoy metida en el aparcamiento Marcha atrás, primera y enfilo la carretera.

Tres horas después termina la odisea. ¡Qué camino más interminable! Y hay que ver los puñeteros obreros de la autovía, ¡qué jartita me tienen!

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