23 junio 2009

311. Lunes maldito

Con lo bien que estuve ayer y hoy, sin explicación científica posible, ha sido un mal día, un día horrible más bien y eso que a priori nada ni nadie hubiera podido perjudicarme.

La mañana ha estado bien, bastante bien pero por la tarde, sin saber muy bien por qué, me ha entrado un agobio tremendo que realmente no ha venido a cuento. El día lo tenía movido pero dentro de la normalidad estresante a la que me someto todos los días y, sin embargo, hoy, sin ton ni son, he vuelto a sentir cómo se me oprimía el pecho, algo que no me pasaba desde hace mucho mucho tiempo.

Y lo curioso es que ha sido todo un proceso interior. El agobio ha hecho que me ponga de mala leche, que la cara se me ponga de acelga y que conteste mal y borde a todo o casi todo bicho viviente. Ante tal plan, he decidido meterme en mi mundo interior y moderme la lengua para envenenarme yo sola y es entonces cuando la cosa ha empezado a funcionar.

Ahora, pensándolo, he llegado a la conclusión que el agobio viene motivado no por el día a día sino por el pensar en mi trabajo a medio plazo, por hacer previsiones de entrevistas, reportajes... que tener algo atadas para esos días en los que no hay nada que publicar.

Estoy cansada pero lejos de un cansancio físico, se trata de un cansancio mental... de esos que deseas salir de currar e ir a darte un paseo, a tomarte una cerveza o a echarte unas risas con los colegas. Pero no, otra obligada obligación me lo impide. Se trata de ese trabajillo extra que conseguí hace unos días y que aún anda por ahí rondando a medio hacer y la cuestión es que ahora, cuando por la noche llego a casa, lo que menos me apetece es ponerme a pensar en hacer algo bonito, delicado, elegante y cercano. No puedo pensar más en curro.

Mañana será otro día... un día mágico según las leyendas.

No hay comentarios: