11 junio 2009

305. De dragones... y mazmorras

Me estoy acostumbrando a echarme la siesta todos los días, la mayoría más bien. No es mucho tiempo, apenas media hora en la que en realidad es raro que me quede dormida. Sin embargo, ayer me quede dormida, dormidisima, diria yo, y me dio tiempo a soñar.

Fue surrealista. Estábamos alrededor de una veintena de personas en una barbacoa donde se estaban haciendo en las brasas unos chorizos que en realidad eran sardinas con aspecto de chorizo. La gente se lo comía hasta que alguien, que ayer recordaba quien era pero se me ha olvidado, comenzó a echar la pota y a encontrarse super mal. Después vinieron los vómitos y un terrible dolor en las paletillas que hacia que se retorciera por el suelo dando unos alaridos sobrecogedores. Tres personas sin rostro fueron a ver qué le pasaba en la espalda y le quitaron la camiseta y... oh!!! le habían salidp unas grandes alas en la espalda, como las de pegaso, tan grandes que de un aleteo tiró a cierta distancia a quien le habia ayudado.

Después comenzó a volar...

Se notaba que no tenia experiencia en lo de no tener los pies en el suelo pero adquirió la habilidad ràpidamente y cuando quiso hablar con la gente y contarle su experiencia, en vez de palabras le salía fuego, achicharrando a un gran número de quien estaba en la barbacoa de chorizo-pescado.


pipipi-pipipipi-pipipipi... el despertador del móvil llegó a tiempo.

No hay comentarios: