29 junio 2009

313. A la mierda con todo desde la más profunda rabia

Hoy es uno de esos días en los que odio mi trabajo, este estilo de vida que no está pegado a un horario, que no tiene una máquina donde meter una tarjetita que registre la hora a la que entras y a la que sales, un curro donde fichar es un tópico incontrolable que te impide cualquier tipo de plan más allá del que te impone un cierre que, en caso necesario, puede aplazarse o prolongarse por tiempo definido, eso sí, pero donde esa definición temporal puede alargarse por cuestiones ajenas a ti que por mucho que pesen algunos días, los menos, siempre vienen en el momento más inoportuno, más inapropiado, más irreverente.

Joder, joder y joder. Hoy odio mi trabajo, con todas mis fuerzas. Mandaría ahora mismo todo a tomar por saco. Me conformaría con estar metiendo, y con todos mis respetos a quienes se dedican a esto, tomates en una caja: un tomate, dos tomates, tres tomates, este tomate no que está pasado, caja lista, otra caja: un tomate, dos tomates, tres tomates... De 8 a 3 ó de 3 a 10, ¡qué mas da! Sin nada que pensar, sin ninguna responsabilidad más allá de la de meter un tomate pocho en una caja. Uy, suena la sirena, hala para casa. ¿Qué hora es? Las 15.00 en punto o las 22.00 en punto. Hasta mañana.

Qué malo es cuando encima eso que viene de repente, por casualidad, de improviso no depende de ti, depende de otras personas que irremediablemente tienen que permanecer por tiempo más ilimitado que el tuyo ejerciendo su trabajo y a los que tu vida, en realidad, les importa un carajo. Podría decir que lo mismo que a mi las suyas pero no sé, sería demasiado egoista por mi parte, prefiero decir que no siempre me importan una mierda, o que depende de la de quien se trate.

Pufffff, tengo que aprender a controlar estas situaciones. Es mi asignatura pendiente. pero ¿qué hacer en estos casos? Cuando ese nervio interno que jamás sale a relucir de forma externa, en mi caso se podrían contar con las manos las veces que se me nota nerviosa, aparece, poco o nada puedo hacer por dominarlo. Si hablo estallo y muchas veces el silencio es el mejor de los aliados y si no hablo y por casualidad me muerdo la lengua podría envenenarme.

De todas formas, tampoco hace falta, la cara es el espejo del alma. Hoy lo mandaría todo a tomar vientos, de verdad, y lo peor es que ni siquiera estoy enfadada con una persona en concreto, aunque podía pagarlo con unas cuantas, sino que es un mosqueo interior por comerme siempre unos marrones que la mayoría, que no todos, suelen evitar. Y por hacerlo precisamente el día en que sabes que es lo peor que puedes hacer en tu vida. Cuando ves a todos desfilar hacia la salida tu sigues ahí, esperando, como una gilipollas. ¡Idiota! Eso es lo que soy.

A la mierda con todo!!!!


PD. Este post no admite comentarios de ningún tipo. Es una paranoya mental de su autora por un mosqueo del quince que se ha pillado consigo misma y del que probablemente mañana ni se acuerde pero tenía que desahogarme y es la parte negativa de vivir sola, que no lo puedo descargar mi ira con nadie en el acto. He dicho. Gracias

No hay comentarios: