Esta semana no está siendo buena para mi ánimo antitabaco, aún así sigo sin probar la nicotina y con la fuerza de voluntad inquebrantable. Sin embargo, estoy ansiosa, acelerada y con ganas de gritar, de gritar mucho, de gritar alto y claro.
Un griterío que hoy, a medida que pasaba el día, se convertia en tristeza inexplicable. Son fases, ya tengo experiencia en esto de quitarme de la nicotina y sé que la fase tristeza-melancolía tenía que llegar. Apatía, pesadumbre... mi único objetivo es que pase el día cuanto antes para poder meter mis tres euros de rigor en una hucha que ya hoy alberga 45 euros.
Tengo que ser más fuerte todavía, si estoy baja de ánimo puedo volver a caer en cualquier momento y no, no he llegado hasta aquí para nada.
Mi jefe también tiene bastante que ver con todo esto. El fue el que me animó a poner una fecha concreta esta vez, él ha seguido mis pasos pero lo mismo que a veces es muy reconfortante ver que alguien está contigo en la contienda, en la lucha, otras veces el bien es inexistente, especialmente cuando tu no te estás en ese momento acordando de que ya no fumas.
Menos mal que me enfrento a dos dias de bastante trabajo, y que el fin de semana también curro. Tengo muy claro que si tengo que sacrificar mi vida social por el tabaco, lo haré y sin remordimientos, aunque la verdad es que ahora que no se puede fumar en los bares, me lo han puesto mucho más fácil, otra señal de que esta vez tiene que ser la definitiva.
Mañana voy al gym, unas carreritas no me vendrán nada mal para rebajar esta ansiedad que hace que coma mucho más de lo establecido.
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