09 julio 2009

319. Se acabó

"Se acabó, porque yo me lo propuse y sufrí, como nadie había sufrido, y mi piel, se quedó vacía y sola desahuciada en el olvido"

Eso es un fragmento de una canción de María Jiménez que he venido cantando en los últimos días y que hoy, aunque en el fondo no me veía capaz, he podido cumplir a rajatabla. La satisfacción de mi victoria, que es señal de que voy madurando, es, sin embargo, excesivamente amarga. ¿Cómo es posible? Yo quizás no he estado a la altura adecuada pero me han dado muy poco y no he podido seguir subiendo los peldaños de la escalera, estoy convencida y nada ni nadie podrá sacarme de mi idea.

¿El tiempo es el olvido o la distancia es el olvido? Eso dice una canción ¿El tiempo o la distancia? Yo por si acaso elegiré la distancia y la reengancharé después con el tiempo. No es la primera y seguro que tampoco es la última vez, ni seré la primera ni la última, pero independientemente de eso, ahora me ha calado más hondo. Qué ciega he estado! Y, sin embargo, no puedo quitarme esta pena, esta tristeza que lleva instalada en mi unos cuantos días y que ni siquiera mi sonrisa puede disimular, que no se puede borrar de mi rostro, ni tan siquiera para esa gente que apenas me conoce. Pero amanecerá de nuevo tarde o temprano.

Tengo que buscar una armadura, una coraza que me impida derrumbarme, que no me haga sacar las cosas de quicio, que no me haga exagerar situaciones cotidianas pero no puedo. Siempre tuve la sensibilidad como una virtud pero a partir de ahora a a ser el peor de mis defectos.

¿Cuándo terminará esto? Me he hecho daño a mi misma. Esa es la más pura realidad y por eso aún esto me duele más, me hace derramar muchas más lágrimas. Tanto como que no se entienda lo que diga, o que se entienda pero no exista ni un mínimo asequible.

Frustrada, igual es así como me siento pero al mismo tiempo orgullosa de no haber derramado ni una lágrima que lo hubiera hecho todo peor, de que no me haya temblado la voz ni un solo momento, que sí el pulso. Tampoco sé si reprimirlo es bueno, en realidad. Pero cuando he sentido que ya no podría sostenerme, que ya era incapaz de aguantar mi serenidad y mucho menos reprimir esas traicioneras lágrimas por más tiempo he sabido salir por la tangente, con una amistosa despedida que a mi me ha sabido más fria y falsa que la hiel, y hacer uso de la soledad, esta vez una grandiosa aliada junto a este blog.

Pasará pronto, lo sé, quizás antes de lo que ahora imagino. Pero me preocupa su felicidad, si sigue así, no la encontrará jamás. Siempre hay cosas más importantes por las que preocuparse y esto es una nimiedad que, sin embargo, me ha hecho madurar, crecer como persona. Ahora sé desde el principio lo que quiero y lo que no quiero, independientemente del calificativo o la definición que se dé. Con eso, que irá desplazado poco a poco a la tristeza, me quedo...

Ya lo decía alguien: "Lo importante no son las veces que te equivocas, sino que aprendas de cada uno de tus errores".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gemitaaaaa, mañana la sonrisa de siempre, que no me gusta verte así. Y se acabó la soledad, si lo llego a saber... te vienes con nosotros a punta de pistola si hace falta, mis oídos te esperan para el café mañanero