10 agosto 2005

20. A leches con el 'bicho'

Decididamente las máquinas o las tecnologías y yo estamos condenados a llevarnos mal. ¡Qué digo mal! A no vernos el pelo ni de lejos. Esta mañana he ido al banco a ingresar dinero en la 'cuenta del ahorro' (aunque lo de ahorro sea prácticamente un eufemismo pues ahorrar, lo que se dice ahorrar y viendo cómo está el nivel de vida, quizás para el 2050 pueda comprarme un pisito de soltera, aunque sería muy triste llegar a esa edad soltera, o por lo menos arrejuntá). Después de esta breve reflexión de las 20.19 horas, prosigo contando mi hazaña. La última vez que fui el chico me dijo (con un tonito de "cómo se nota que eres de pueblo, alma mía") que ya no era necesario que esperara las interminables colas, que ya podía ingresar el dinero desde el cajero. Sí, sé que desde Caja Cantabria, por ejemplo, se puede desde hace años pero aqui en el BBVA no se podía. (Un paréntesis: Te acuerdas Inés aquella noche que salimos por Santander y querías sacar dinero en el cajero que hay por la plaza del Ayuntamiento. Si, aquella noche en la que sacaste 30 euros pensando que habías puesto 10, no querías llevarte todo porque te lo gastabas y creiste conveniente volver a ingresar el dinero pero que no me acuerdo muy bien porqué el cajero se te resistía, y metiste y sacaste dinero ocho veces. Si, te acuerdas que acabaste volviendo a meter otra vez los diez euros que te hacían falta y, por tanto, vuelta a repetir la operación. Te acuerdas que estuvimos media hora en el cajero mientras el resto del grupo se hartaba de bailar en los pubs. Casi estamos ahí todavía yo tapándome la cara para que las cámaras de seguridad no me reconocieran). Bueno anécdota aparte, resulta que haciendo caso al señor banquero, he entrado directamente a la sucursal, me he dirigido con la cabeza bien alta al cajero automático y he insertado mi tarjeta. He introducido mi clave secreta, el 'bicho' me ha dado los buenos días llamándome por mi nombre y me ha abierto el compartimento para depositar los billetes. Pues yo he sacado mis billetes, que estaban más bien arrugados y eran casi todos de 20 euros y los he ido poniendo en la boca del bicho cuando, le doy a la tecla continuar y 'la cosa' dice que se ha atascado y me devuelve la tarjeta. Pues nada que hay voy yo donde el 'gilipollas' que el otro día me dijo que la tecnología había dado un gran paso con ese aparatejo haciendo que me librara de interminables colas (Vero a ti seguro que el invento te gusta, sobre todo por lo de las colas) a decirle que al 'bicho' le había sentado mal la digestión pero que no me había vomitado mi dinero ni el recibo que aseguraba que la ingestión de alimentos estaba siendo un éxito y el tio se lava las manos y me manda donde otro, más tonto aún, que al principio no entiende lo que le estoy contando. Luego me dice que el bicho no se le puede operar y abrirle las tripas hasta las doce (eran las once y media) asi que tome asiento y que espere al tiempo que me mira desafiante preguntándome "¿Como has metido los billetes? Es que no se pueden meter doblados. Te lo dice claramente en la pantalla antes de hacer el ingreso. Y cuánto me has dicho que era. Pero tu estas segura que has ingresado eso porque el bicho detecta cuándo la cantidad es errónea". Mira, yo con mi cara de póker, si es que se me ve de lejos la cara de tonta y, claro, la gente se aprovecha, me dieron ganas de pegarle cuatro gritos y comérmelo con patatas allí mismo. ¿Pero qué se cree el tio? Además de inútil, me llama choriza. En fin, que yo había metido los billetes bien, de eso no cabe duda, pero había alguno que estaba más corroido pero claro eso no es mi culpa porque encima lo había sacado de otro cajero asi que si los bancos no purifican sus billetes, que se aguanten. Total, que después de esperar alli más de media hora (que hombre no tengo hora para entrar a trabajar pero tampoco es plan de abusar) viene el tio con mi fajo de billetes y enseñándome dos que estaban dobladísimos. "¿Ves? Es que no los puedes meter así doblados. ¿Cuántos billetes de 50, 20 y 10 eran?" Pero bueno ya lo que me faltaba por escuchar, ahora tenia que convertirme en calculín para contar los billetes que había metido en esa mierda de máquina. ASi que yo que soy de letras puras (latin y griego) alli me ves contando con los dedos los billetes (y eran 450 euros) me cago en la mar. Después de conseguir que el rojo tomate invadiera mi cara por completo el tio me dice que vamos a intentarlo otra vez con el 'bicho'. Vamos al bicho y el bicho dice que ya no tiene hambre y que no le da la puta gana de aceptar mi dinero. ¿Que tuve que hacer entonces? Supongo que muchos de vosotros os habríais ido ya pero yo no. ¿Cuál es la moraleja de la historia? Pues que al final tuve que tragarme la interminable cola e ingresar mi dinero por la caja, tal y como he hecho toda mi puñetera vida. ¡¡Malditos inventos!! Menos mal que no tenía ganas de escribir que si no...

3 comentarios:

Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx dijo...

A mi madre le pasó algo parecido. La verdad es que las nuevas tecnologías fallan.

Anónimo dijo...

Hola Gemuchi, te escribo desde Galicia. Se que no tengo vergüerza por lo del cumple pero en fín, más vale tarde que nunca: ¡¡¡¡¡FELICIDADES!!!!!!
Por aquí todo va de puta madre, estoy conociendo a gente majísima y esto es el paraíso del vino, no hacemos más que ir a conocer bodegas y catar vinos jajaja.
Por Asti todo debe de estar bien, bueno te dejo que como ya se como funciona esto te escribiré más veces . Muchos besucus, te veré pronto.
Inés

Anónimo dijo...

jajajajjajaja. Este es uno de los mejores... lo estaba leyendo y te estaba viendo allí, con tu cara mezcla de indignación, verguenza, ira contenida... jajajaj. Eres buenísima!!.Muchos besos!