No he escrito durante cerca de un mes pero como siga asi escribiendo dos o tres post todos los días los que me habéis echado de menos enseguida vais a aborrecerme. Sin embargo me he propuesto contar todas mis vacaciones en esta semana para olvidarme de ellas y volver a la rutina diaria a partir del lunes que viene. Hoy voy a hablar de las fiestas de Logroño, una de las mejores fiestas en las que he estado en mi vida, si no la mejor. Yo hacía ya tiempo que se me había metido en la cabeza que de este año no pasaba que iba a ir a Logroño a sus fiestas, especialmente coincidiendo que tenía mis vacaciones en septiembre y que iba a estar en Santander, que está a dos horas escasas de esa ciudad riojana. Toda la gente a la que había preguntado me decía que la fiesta se resumía en comer y beber por la calle Laurel durante el día y por las aledañas al caer la noche, donde se encuentran los pubs, discotecas, etc. A mi, como es lógico o quizás acostumbrada a las fiestas onubenses, me parecía imposible que las fiestas sólo fueran así y mi olfato periodístico me hizo investigar más a fondo y meterme en numerosas webs de La Rioja, foros, chats, etc... donde me encontré con una gran sorpresa: los propios riojanos aseguraban que la fiesta era así, comer y beber todo el día. Ante tal expectativa y yo que soy una forofa del costumbrismo y las tradiciones de los pueblos, me decepcioné, voy a ser sincera pero esta desdicha duró... no sé... dos horas... el tiempo que tarde en meterme en el ambiente logroñés. Llegamos el viernes por la tarde al camping el famoso Equipo A y aunque decidimos que esa noche iba a ser tranquilita, la fiesta se supone que es durante el sábado por el día, al final y como era previsible nos dieron las seis de la mañana. ¿Como son las fiestas? Beber, beber y beber y un pincho de vez en cuando. Luego está la gente que yo creo que hay de todas partes menos de Logroño. Todo el mundo se echa a la calle e impera el buen rollo y el amiguismo desde el primer momento. Si encima llevas un sombrero de cowboy y una espada láser, como era el caso de Fénix no os quiero ni contar como puede acabar la noche.... En definitiva, que es como los donetes, que te salen amigos por todas partes. Pero entre tanto amigo puedes correr el riesgo que te profanen tu adorada y querida mantuca de la cuna...
El sábado comenzamos la ruta bien temprano y ya con pinchos para acompañar los vinos, cervezas y demás. ¡Comer es un placer! La putada es que te van cerrando los bares de la calle Laurel y sobre las cuatro o cinco de la tarde, tengo alguna laguna mental, acabamos en un bar-pub al que siempre acude la gente de Astillero cuando va a Logroño pues es de los pocos que no cierran. El bar estaba tomado sin duda por astillerenses que bailaban, veían las regatas, etc. Yo no puedo ni recordar las horas que estuvimos en ese sitio, pero doy fe que fueron muchas y a la gente que conocimos. Ya después, cuando la tarde empezó otra vez a hacer estragos en nuestros estómagos, volvimos a reanudar la calle Laurel y seguimos con los pinchos. En el pub se nos acercó Raúl, un chico de Huesca que había estado solo durante todo el día por motivos ajenos a este blog, un tipo muy peculiar y simpático que junto a su amigo Rafa, que apareció más tarde, compartió la noche con nosotros y nos deleitaron con su compañia hasta las siete y media de la mañana cuando nuestros cuerpos reclamaron clemencia y horas de sueño. Si tengo que buscar algun pero... tendria que pensar demasiado asi que prefiero decir que son las fiestas perfectas aunque eso sí, si el año que viene repetimos en el camping, llevaré una tienda canadiense de toda la vida en la que podamos meternos una docena de personas. En definitiva, para todos aquellos que no conozcais estas fiestas os las recomiendo encarecidamente. De hecho, yo ya las he señalado con rojo en el calendario. A la espera de que me manden más fotos, a la tarde ilustraré esto con alguna de las que hicimos el viernes.
1 comentario:
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